Si la lectura, es sólo con una intención Divina y acompañada con reflexión y acto, involuntariamente se incrementa el poder de atracción del Corán y el ser humano se enamora de éste.
Una narración del Imam Sâdiq (a.s.) considera a la salvación eterna como resultado de intimar con el Corán en la juventud:
“Cualquier adolecente creyente que lea el Generoso Corán, el Corán se mezclará con su carne y sangre, y será colocado por Dios al nivel de los ángeles, y será protegido por el Corán el día de la Resurrección… Y el que en este asunto tolere más dificultades su recompensa será doble”.[1]
Claro está para beneficiarse de los favores espirituales del Corán, es necesario respetar algunas condiciones que la más importante entre éstas es respetar la piedad Divina. El ser humano deberá estar siempre en un intercambio mutuo con el Corán y a través de lo recibido, deberá realizar cualquier recomendación del Libro Sagrado y así se preparar el campo del avance espiritual, y beneficiarse de los demás puntos del Corán. De lo contrario conocer las recomendaciones coránicas e inclusive la lectura de éste por sí solas no pueden resolver ninguno de sus problemas.
Ponga atención en las aleyas coránicas a este respecto:
1. “E hicimos descender en el Corán lo que es una cura y una misericordia para los creyentes y que a los opresores sólo les incrementa los perjuicios”.[2]
2. “Di (Profeta): «(El Corán) Es, para quienes creen, una guía y una cura y quienes no creen son duros de oído y están ciegos ante ella. Como si se les llamase desde un lugar alejado”.[3]
3. “En verdad, este Corán guía a lo que es más auténtico y anuncia a los creyentes que obran rectamente…”.[4]
4. “Así pues, amonesta con el Corán a quien tema Mi amenaza”.[5]
En base a esto las personas deberán antes de leer el Corán refugiarse en Dios de Satanás[6], y cuando el Corán les recuerda a su Creador, no se hagan los ciegos ni sordos[7], sino que llorando y humildes se postren ante él[8], y después de escuchar las enseñanzas coránicas si temblaron sus cuerpos, se tranquilicen recordando a Dios y se preparen para subir al siguiente nivel[9].
Así es, al igual que el amor hacia el Corán es creado en la persona, en todos los niveles de la vida será su compañero y amigo. Y según la interpretación evidente de poeta Hâfid Shîrâzî:
Tu amor llegua a salvarte, aunque tú al igual que Hâfid
Recites el Corán de memoria, con sus catorce lecturas
Entonces con una mirada amorosa al Corán puede buscarse el desarrollo y la sublimidad espiritual en él:
Madruga y pide salud, al igual que Hâfid
Todo lo que hice, lo hice con la ayuda del Corán.
Al contrario, si el propósito de aprender y leer el Corán es contradecirlo y burlarse de sus enseñanzas[10] y/o tener propósitos materiales y otros egoísmos detrás de esta relación con el Corán, no sólo no se desarrollará espiritualmente sino que su crédito ante Dios se encontrará más bajo que el de las personas que no están relacionadas con este Libro Sagrado. Existen numerosas narraciones que analizan y explican diversas relaciones con el Corán y a continuación indicamos unos ejemplos de estas:
1. El honorable Profeta del Islam (s.a.w.) dijo: “Los hombres más meritorios por su humildad, oración y ayuno, sea manifiesto u oculto, son aquellos que llevan el Corán dentro de sus corazones (memoria). –Después en voz alta anunció– ¡Oh, aquel que lleva el Corán en el corazón! Vuélvete humilde a través del Corán, para que Dios incremente tu rango, y no trates de obtener fama ni gloria que Dios te derrotará. Embellécete con el Corán ante tu Creador para que Dios incremente tu belleza, y no uses al Corán para embellecerte ante la gente, para que Dios no te avergüence. Cualquiera que lea todo el Corán perfectamente es como si sin tener ninguna relación con la revelación, el mensaje de la misión ocupase su corazón. Aquel que está con el Corán no se comporta con ignorancia con los ignorantes, no se encoleriza ante la ira de los demás, no se muestra agresivo con los agresivos, sino que por respeto al Corán coloca a la paciencia, al perdón y a la tolerancia como modelo de sus conductas…”.[11]
El Imam Bâqir (a.s.) dijo: “Los recitadores del Corán se dividen en tres grupos:
Primero: Las personas que lo hacen un medio para obtener su sustento y recitan el Corán ante personalidades y se alardean ante la gente.
Segundo: Aquellos que respetando las normas evidentes de la recitación ponen suficiente atención, pero olvidan sus enseñanzas. ¡Que Dios Sublime no incremente a este grupo!
Tercero: Los que leen el Corán y colocan sobre las heridas de su corazón el medicamento de éste, pasan sus días y noches con él, se levantan a orar con él, se separan de su lecho con él. Este grupo de lectores es aquel que Dios por las bendiciones de su existencia quita las calamidades, aleja a los enemigos y hace caer del Cielo lluvia de clemencia”.[12]
3. Ÿâber platicando con el Profeta (s.a.w.) le dijo que había un grupo que al leer o escuchar el Corán se mostraban inconscientes (para atraer la atención) al grado en que los demás creían que si hiriesen sus manos o sus pies no lo percibirán. El Profeta (s.a.w.) le respondió: “¡Purificado sea Dios! Este es un método diabólico y Dios no les pide algo así. La lectura deberá tener como resultado amabilidad en el corazón, alegría, lágrimas y temor a Dios”.[13]
[1]– Kulaînî Muhammad Ibn Ya’qûb, Kâfî, t.2, p.603, h.4.
[2]– Al-Isrā’ [17:82].
[3]– Fuşşilat [41:44].
[4]– Al-Isrā’ [17:9].
[5]– Qaf [50:45].
[6]– An-Naĥl [16:98].
[7]– Al-Furqān [25:73].
[8]– Maryam [19:58], Al-Isrā’ [17:107-109].
[9]– Az-Zumar [39:23].
[10]– Al-Ŷātiya [45:45].
[11]– Kâfî, t.2, p.604, h.5.
[12]– Ídem, p.627, h.1.
[13]– Ídem, p.616, h.1.