Sin duda un sendero tan difícil e importante necesita de un maestro. El primer maestro del ser humano es Dios Sublime; puesto que además de aquello que otorgó al hombre a través del innato natural para su guía hacia este asunto, envió también a los Profetas para guiar a la humanidad. En caso de que en este sendero le fue otorgado al ser humano un maestro piadoso, recto y generoso, él se benéfica de éste, pero si se encontrase privado de estas bendiciones, no termina aquí el inicio ni el tránsito por este sendero, sino que al poner en práctica su sabiduría, Dios le otorga el conocimiento de lo desconocido, y al realizar las obligaciones y abandonar los pecados seremos todos los días testigos de una nueva ciencia y desarrollo en este sendero.
Sin duda cuando las ciencias exteriores y experimentales, tales como la medicación del cuerpo necesitan de un maestro, la medicación del alma que es más difícil y más exacta sin duda necesita de un médico y un maestro.
Pero éste, es un camino que al recorrerlo el maestro más grande dirige al ser humano. Dios es el primer maestro y la guía para todos los humanos. En el Generoso Corán dice: “Dios es el Amigo de los que creen, les saca de las tinieblas a la luz”.[1] Y “A quienes hayan combatido por Nosotros ¡hemos de guiarles por Nuestros caminos!”[2] Entonces tomando ayuda y teniendo esperanza en Él puede entrarse en este sendero. Si Dios coloca en el sendero del ser humano a una persona generosa, recta y piadosa, lo utiliza, pero si se ve privado de una bendición así, este sendero no será suspendido, sino que practicando aquello que sabemos, Dios nos otorga el conocimiento de lo desconocido. En una narración dice que aquél que ponga en práctica su sabiduría, Dios le otorgará el conocimiento de lo desconocido.[3]
Preguntaron al Ayatul.lah Bahÿat: “¿Acaso este sendero necesita de un maestro?” Respondió: “Tu maestro es tu conocimiento, practica lo que sabes, que es suficiente para aquello que desconoces”. Así también en respuesta a alguien que preguntó: “Decidí seguir el sendero místico, ¿qué debo realizar?” Respondió: “Dejar de pecar es suficiente para mil años de vida”.[4]
Entonces el primer maestro es Dios y por ello envió a Sus Profetas (a.s.) para guiar a la creación, y después de ellos a los Inmaculados Imâmes (a.s.), y después los hombres generosos, piadosos y expertos ocuparán el puesto de maestro. El ser humano al carecer de un maestro especial puede, pidiendo ayuda a Dios Sublime, al alma del Gran Profeta (s.a.w.) y a los Inmaculados Imâmes (a.s.), iniciar el sendero y continuarlo, y considerar a su sabiduría como un maestro que lo guía hacia las bondades y lo aleja de los pecados, y este mismo abandono del pecado y realización de las obligaciones provoca el desarrollo en este sendero.
Para concluir es necesario recordar que la respuesta a esta pregunta fue dada en forma general, en caso de que desee una respuesta en un grado superior escríbanos nuevamente mencionando el grado de sus estudios.