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Tal y como aventarse desde una altura sin usar paracaídas y medios provocará la desintegración del cuerpo del ser humano, así como aventarse en un océano profundo y sin saber nadar, naturalmente provocará el que el ser humano se ahogue, y en los dos casos no existirá manera de regresar. Algunos de los pecados, considerando que cuentan con especialidades en las que terminará la posibilidad del arrepentimiento, los realizadores de estos pecados se encontrarán en el sendero del Infierno imposible de regresar. Claro está habrá que saber que sólo la negligencia es la que puede en estos casos utilizar la explicación “automáticamente” y sabemos que un resultado como éste es el resultado directo del comportamiento de ellos mismos.
Antes de iniciar la respuesta, debemos poner atención en este punto que ¿cuál es el propósito de “automáticamente”? Y si tenemos en cuenta que esta expresión debemos atribuirla al resultado directo de la conducta, y como ejemplo digamos que si el ser humano entra en el fuego automáticamente se quema, o si se avienta de una elevada altura automáticamente chocará con el suelo y su cuerpo se desintegrará, y otros.
Después de esta introducción respondemos a su pregunta.
El Hacedor del mundo, después de haber creado a los seres humanos, anunció prohibió algunos actos y dijo que si realizan estos actos les esperará el Fuego del Infierno.
Sabemos que algunos pecados son al igual que los alimentos corrompidos que dañan al cuerpo cuando son utilizarlos por un largo tiempo, pero otros también se asemejan a una grave explosión que destruyen la vida espiritual del ser humano.
Por otra parte poniendo atención en la amplia clemencia de Dios, innumerables caminos han sido colocados ante el ser humano para que puedan, al transitarlos, anular algunos de sus graves castigos, o disminuirlos hasta cierto punto.
Algunas maneras de compensar un pecado son la compensación de pérdidas injustas, pedir perdón a los dañados como consecuencia del pecado y al final el arrepentimiento ante Dios.
Es evidente que estos casos compensativos y en especial el arrepentimiento deberán realizarse antes de la muerte del ser humano y mientras esté con vida, y el arrepentimiento que se realiza durante la agonía o después de esta, no hará efecto.[1]
Tomando en cuenta lo mencionado, regresamos al pecado del suicido indicado en su pregunta.
En una narración del Imâm Bâqir (a.s.) encontramos: “Una persona creyente es posible que se vea atrapada por diversas calamidades, o muera por diversos sucesos, pero él nunca se suicidará”.[2]
El Imâm As-Sâdiq (a.s.) también a este respecto dijo: “Aquel que se quite voluntariamente la vida permanecerá en forma eterna dentro del Fuego del Infierno”.[3]
En otras palabras y claro está con un poco de apatía puede decirse que el suicidio es un pecado que automáticamente introducirá al ser humano al Infierno, pero ¿por qué?:
1. Al igual que fue indicado, a través del arrepentimiento ante Dios, existe la posibilidad de la anulación y la disminución del castigo, y este arrepentimiento deberá realizarse antes de morir. Pero el pecado del suicidio es un pecado que quita al ser humano la posibilidad de vida y la oportunidad del arrepentimiento. Y de otra forma, el individuo al realizar tal pecado ha perdido la última oportunidad para anular o para disminuir el castigo, y naturalmente entrará en el Infierno.
2. La vida es un valioso obsequio otorgada por Dios al ser humano. Este obsequio en realidad es una oportunidad a través de la cual el ser humano puede alcanzar el grado más elevado de la perfección. El individuo que se suicida con sus propias manos quemó su oportunidad, y el que se queme en el Fuego del Infierno es el resultado directo de esta misma quemazón de su oportunidad. Al igual que si una persona sin consideración se avienta en el fuego, el que su cuerpo se queme será el resultado directo de su comportamiento inadecuado.
Así también, tal y como privarse de la vida es un delito imperdonable, quitarle la oportunidad de vivir a otros también tendrá un castigo irrevocable.
El Imâm As-Sâdiq (a.s.) dijo: “El creyente tendrá siempre oportunidad para reformar su comportamiento hasta el momento en que sus manos no sean manchadas injustamente de la sangre de un creyente. Y la persona que mata a un creyente (a pesar de que aparentemente tiene la oportunidad necesaria para arrepentirse, pero se presentarán condiciones que) no podrá arrepentirse”.[4]
Algunos de los pecados también, aunque no terminan con la posibilidad del arrepentimiento, pero disminuyen la oportunidad para alcanzarlo. Ponga atención a esta narración:
Al Imâm As-Sâdiq (a.s.) preguntaron la situación que tendría una persona que había ingerido una bebida alcohólica, él respondió que durante 40 días sus oraciones no serían aceptadas ni tampoco su arrepentimiento, y si durante este tiempo muriese caería en el Infierno.[5]
Al final puede concluirse que, en efecto, algunos pecados provocan que aquellos que los realizaron entren en forma automática en el Infierno, pero no bajo el significado de que haya sido quitado el significado de la predestinación, y hayan disminuido las responsabilidades de la gente con relación a su pecado. Sino que esta entrada automática es el resultado directo del comportamiento que fue realizado por parte del pecador. Tal y como la desintegración del cuerpo de aquel que se aventó desde una altura, no negará su responsabilidad en este campo. Y primordialmente sobre las bases de la corporización de los actos o de la objetividad de los actos y la recompensa, el Paraíso o el Infierno, en realidad son los mismos actos del ser humano y en verdad es este mismo ser humano el que con su comportamiento construye su Paraíso o su Infierno, no el que haya realizado un acto ni que desde antes se haya determinado un pacto, y la recompensa o el castigo de sus actos lo llevan al Paraíso o al Infierno. Sobre estos fundamentos la explicación de “automáticamente” con relación a los pecados, perderá su significado.