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El ser humano es una existencia posible, que recibió de Dios la autenticidad de la existencia así como todos los rangos existenciales de sí mismo. Dios Todopoderoso a través de su deseo existencial, creó al ser humano libre y seguidor, y con estas concesiones, le dio superioridad entre las demás creaciones.
Entonces el ser humano es la mejor creación para recibir el deseo legislativo de Dios y a él se le ha otorgado el permiso para decidir respecto a la obediencia o desobediencia, y elegir su propio camino y determinar su destino.
Este ser humano es el que, a través de su mejor elección, puede obedecer las órdenes de Dios Todopoderoso y pasar los niveles hacia el perfeccionamiento –con una comparación especial de su deseo con el deseo legislativo de Dios, y una comparación de su satisfacción con el deseo existencial de Dios Glorificado sea–, y llegar a ocupar el rango de vicario de Dios, al grado que Dios le prepare aquello que desee en el Paraíso. Y ya que eligió la satisfacción de Dios, Dios también está satisfecho de él y en el Paraíso le otorga en tal cantidad que se siente satisfecho de Dios y de sus actos. También puede a través de su mala elección caminar por el sendero del pecado y enemistar con las órdenes Divinas, y recorrer el sendero descendente hasta caer en los precipicios del Infierno. Esta es la consecuencia de no realizar una comparación entre el deseo del ser humano con el deseo legislativo de Dios. Por ello esta rebelión por su parte no es bajo el significado de la victoria del ser humano sobre el deseo de Dios Todopoderoso, puesto que Dios mismo decidió que el ser humano mismo elija su sendero.
El resultado es que, el deseo de Dios Sublime domina sobre todo el mundo de la creación, uno de éstos el ser humano y sus actos. Y el acto se realiza con la decisión del ser humano y de acuerdo al deseo de Dios. Esto no significa que sea imposible que dos causas independientes (dos causas completas que se contraponen) se unan sobre un efecto único, sino que según la unidad de los Actos Divinos el único autor independiente en el mundo de la existencia es Dios Sublime y las demás creaciones dependen en su existencia y en sus actos de Dios Todopoderoso, y ser los autores, por ejemplo de sus deseos, no puede ser independiente ni separado del deseo Divino. Entonces nosotros no aceptamos el determinismo así como los asharíes que sólo consideran a Dios como dominador y a los demás sin efecto y sólo como herramientas para Dios. Tampoco aceptamos el separatismo, como los mutazilíes, que separan el deseo de Dios del deseo del ser humano, y consideren al ser humano como el único que decide en todos sus actos. Sino que, siguiendo a el Sagrado Corán y a los Inmaculados Imâmes (a.s.), consideramos al ser humano como libre y responsable de sus propios actos, y al mismo tiempo rendido ante los deseos Divinos, y condenado al gobierno y domino de Dios Sublime y necesitado por completo del deseo y del poder de Dios Glorificado sea.
El deseo del ser humano se encuentra de acuerdo con el deseo y la providencia Divina, y por ello el deseo del ser humano depende de la providencia de Dios y no puede ser independiente ni auto-suficiente de Dios. Al igual que numerosas aleyas del Generoso Corán tratan sobre este asunto, tal y como:
«Pero no lo querréis a menos que lo quiera Dios, el Señor de los Mundos».[1]
Entonces este asunto no se contradice en absoluto con el libre albedrío ni con la elección del ser humano, ni con el que sea responsable ante sus pensamientos, intenciones y actos; puesto que él mismo es el autor directo del deseo, de la elección y de sus actos, pero con el uso del poder que Dios puso a su disposición y con el permiso que Dios le otorgó para elegir. Por ello en numerosas aleyas ha atribuido a ellos los actos de los agentes en la naturaleza, como por ejemplo el ser humano, y considera al ser humano como responsable de sus propios actos. Como consecuencia determinó para él sus responsabilidades y le promete y lo amenaza. Dice: «…y que nada pertenece a la persona excepto aquello por lo que se esfuerza…»[2]. O dice: «Quien obre rectamente, obra para su propio beneficio y quien haga el mal, obra contra sí mismo. Tu Señor no oprime a Sus siervos»[3]. Y al contrario, si el ser humano fuese independiente, sería incompatible con la unión de los Actos Divinos y con las necesidades de todas las criaturas de Dios. Y si el ser humano estuviese obligado y careciese de cualquier decisión sería incompatible con lo que le ordena y prohíbe, le promete y amenaza, con la justicia y sabiduría Divina. Entonces deberá concluirse de las aleyas coránicas, algunas de éstas como explicadoras de otras, para que no vernos atrapados por el determinismo de los mutazilíes ni el separatismo de los asharíes.
La explicación de este asunto requiere que centremos nuestra atención en dos puntos:
a) Agrupación de diversas causas sobre un efecto único:
La agrupación de diversas causas sobre un efecto único puede ser supuesta en varias formas: en la aparición de un fenómeno es posible que intervenga una causa; por ejemplo la realización directa de algunos fenómenos por parte de Dios Todopoderoso sin la intervención ni participación, o la necesidad de otro ser posible. O la dependencia del ser humano de las ilusiones e imaginaciones de su alma. Así también es posible que en la aparición de un fenómeno, intervengan en una forma numerosas causas. Esta hipótesis puede también suponerse en diversas formas:
1. Las causas que intervienen en forma “asociada”, que terminológicamente a cada una de éstas les llaman “causa imperfecta”, y a la agrupación de estas “causa perfecta”; como la intervención del agua, la luz, la temperatura, la semilla, la tierra, el campesino y otros, en la germinación de una planta. En esta hipótesis no sólo es posible la agrupación de todas éstas, sino que es una condición necesaria para la aparición de ese efecto es la presentación y la participación de todas éstas.
2. En forma reemplazante e intercambiándose entre sí intervienen y juegan un papel, tal y como la intervención de los motores de un satélite artificial en el movimiento constante de éste hasta llegar a su destino, en tal forma que al terminarse el combustible de uno de los motores y al apagarse, otro lo sustituye y cambiando sus poderes provoca que el satélite artificial vuele sin interrupción hasta llegar a su destino.
En esta hipótesis también el acompañamiento y la agrupación de las causas, no sólo no son un obstáculo, sino que son necesarias para la sobrevivencia del efecto. Entonces en esta hipótesis no existe ninguna dependencia especial entre las mismas causas (contrario a la tercera hipótesis).
3. Las causas, dependen de los efectos entre sí, por ello en la existencia y aparición de sí mismas carecen de secuencia: como la intervención del deseo, la intención, el movimiento de la mano y otros, que tienen efecto en la aparición de algo escrito, o la sumisión de un soldado ante el comandante.
En esta hipótesis también la participación de las causas entre sí y la dependencia de sus efectos entre sí, es algo corriente y sin ningún obstáculo.
4. Los efectos de dos agrupaciones de causas, y en la terminología bajo el nombre de agrupación de “dos causas perfectas” sobre el efecto único desde el aspecto único. Como si un texto determinado y específico escrito sobre un pedazo determinado de papel por medio de dos escritores en un mismo instante. O una planta determinada germine en el mismo momento por medio dos agrupaciones de causas (tierra, campesino, semilla,…). En esta hipótesis ocurre una “obstaculización mutua” lo que hace imposible su relación, ya que el proceso de cada uno obstaculiza el proceso del otro. Por lo tanto, la segunda causa o no tiene acción ni acto, entones encuentra contradicción con el fundamento de la hipótesis, esto es, con la agrupación de dos causas independientes; o las dos importunan el acto de la otra y, en conclusión, no se realiza ningún acto y no aparece ningún fenómeno como para que en la aparición de un acto se haya realizado a través de dos grupos. Y puesto que esta hipótesis pertenece a las hipótesis imposibles en esencia, entonces carece de cualquier ejemplo visible.
5. La interferencia de algunas agrupaciones de causas en modo prolongado sobre el efecto único, en tal forma que en la aparición y lo principal de la existencia sean también sucesivas y dependientes; tal y como la interferencia de los ancestros y de los padres en la aparición de un hijo.
Tomando en cuenta el asunto anterior, debe determinarse de cual forma pueden ser la agrupación de la causalidad, actividad y decisión de Dios con la causalidad y actividad de las criaturas, como por ejemplo: la causalidad, actividad y el deseo del ser humano. Si se supone esta agrupación en la primera, segunda y tercera forma, entonces es bajo el significado de: independencia existencial del ser humano y de las demás existencias de Dios. Esto se contradice con el taûhîd af’âlî (unidad de los Actos Divinos) y si lo analizamos detalladamente llegamos a la conclusión que es inaceptable. Tampoco puede ser de la cuarta forma, puesto que el asunto mencionado no tuvo ejemplo alguno, y es de los asuntos imposibles en esencia. Y aquellos que supusieron imposible a la agrupación del deseo del hombre y de Dios respecto a un asunto único, lo consideraron como de esta cuarta forma. Mientras que el ser humano al cortar su dependencia de Dios, no tiene ninguna existencia como para ser el autor en forma completa y ser considerado la causa perfecta en contra de Dios, para que por esta causa ¡sea imposible la agrupación sobre un efecto único!
En conclusión, sólo quedará la última hipótesis; esto es, que el deseo del ser humano se realice a favor del deseo de Dios y el acto del ser humano se realice a favor del acto de Dios.[4] Una explicación a esto es que esta agrupación de deseos en forma acorde no tiene ninguna contradicción con la libertad ni con el deseo del ser humano, y necesita de atención en las diferentes formas del deseo Divino.
b) Las formas de créditos y las consideraciones de los deseos Divinos:[5]
La voluntad Divina en forma total se ha considerado con dos créditos: el deseo esencial y el deseo activo. El deseo activo se divide en voluntad existencial y voluntad legislativa.
1. El deseo esencial:
Este es un deseo atribuido a Dios desatendiendo el propósito y la relación de Dios con éste, es como la misma esencia, necesita ser libre para decidir, necesita carecer del domino de otro sobre Dios, y necesita de la autosuficiencia esencial de Dios
En esta consideración, el ser humano y su relación con Dios, no intervienen como para que se imagine la agrupación de los deseos de Dios con los deseos del ser humano.
2. El deseo activo:
a). El deseo activo existencial: este deseo de Dios se manifiestan en el decreto divino objetivo[6] de Él, esto es, en los sistemas regentes sobre el mundo de la creación y la forma de la aparición y de los actos, y en el destino seguro y definitivo de éstos, y se manifiestan con la creación de las criaturas y de las diversas formas y estados en las diversas épocas.
En el mundo de la creación el deseo existencial de Dios domina sobre todas las existencias, uno de éstos el ser humano, y ninguna creación tiene deseo ni libertad para desobedecer a éste (deseo existencial). Tal y como dice: «Luego, se ha dirigido a los cielos que eran humo y les ha dicho a ellos y a la Tierra: Venid a Mí de buen grado o a la fuerza (con rival o sin éste). Y ellos han dicho: Venimos de buen grado»[7]. Y también dijo: «No hay nadie en los cielos y la Tierra que no venga como siervo (obedecedor de la orden y el deseo) ante el Clementísimo»[8]
En base a los deseos activos existenciales Divinos, el ser humano ha sido creado como una criatura seguidora y libre, y no tiene derecho a negarse la autoridad ni el deseo de sí mismo. Quiera o no deberá ser libre y seguidor, y elegir él mismo su camino y destino; al igual que no tiene ninguna intervención ni autoridad en elegir a sus padres, su género o su figura.
b) El deseo activo legislativo de Dios: este deseo es esa misma legislación que Dios envió para los seres humanos seguidores y libres. Desde un principio nadie ayudó a Dios en la revelación de la ley ni para la legislación para el ser humano, y hasta que le sea anunciada a la gente nadie ni nada tiene el poder para cambiarla o permutarla. Por ello, los ángeles, los mensajeros y sus sucesores tienen la obligación de anunciarla a la gente tal y como Dios deseó, y sin agregar o disminuir nada ponerla a disposición de los seres humanos, y de explicarla e interpretarla dentro de los límites que Dios les permitió.
Pero estas leyes debe ponerlas en prácticas después de haberle otorgado al ser humano la obediencia y desobediencia. Por ello a través de su buena elección, puede calificar su deseo con el deseo de Dios Sublime y satisfacer el deseo existencial de Él, y obedecer puramente el deseo legislativo de Dios, para que a través de este método obtenga el último grado de felicidad, y sea merecedor de la comodidad en la otra vida. Al grado en que Dios le prepare rápidamente cualquier cosa que desee.
«Y quienes son creyentes y realizan buenas acciones estarán en los Jardines del Paraíso. Tendrán lo que deseen junto a su Señor. Ese es el gran favor».[9] Y ya que ellos prefirieron la satisfacción de Dios sobre la suya, Dios estará satisfecho de ellos y los recompensará fuertemente el día de la Resurrección y en el Paraíso al grado en que ellos se encuentren satisfechos de sí mismos y de sus actos y de su Dios.[10]
Entonces el ser humano con su libertad puede desear aquello que Dios deseo, y estar satisfecho de la satisfacción existencial y legislativa de Dios, y no deberá querer ni solicitar fuera de aquello que Dios quiere para él «Pero no lo querréis a menos que lo quiera Dios». [11] Por lo tanto el ser humano también desea el deseo existencial y legislativo de Dios, y este deseo del hombre y su poder según el deseo existencial de Dios fue otorgado al ser humano, y su existencia y su deseo se encuentran de acuerdo al deseo y existencia de Dios Sublime. Y esta agrupación no tiene ningún obstáculo ni traerá consigo ningún imposible; puesto que no son la agrupación de dos causas perfectas sobre un efecto único, ni tampoco el deseo ni la libertad del ser humano le fue quitado, sino que ya que Dios le otorgó el permiso del deseo y la elección, él mismo eligió su camino y deseó aquello que también es el propósito de Dios.
Si desobedeció y viola el deseo legislativo de Dios, y realiza un acto que sea detestado y provoca la Ira de Dios, aun así con su elección y libertad realizó un acto como éste, y a través de este acto elige para sí un mal destino. Por ello esta desobediencia que realiza no se encuentra fuera del deseo existencial de Dios; puesto que Dios con el deseo existencial de Sí mismo, creó al ser humano seguidor y libre, y le otorgó el poder de pecar y desobedecer Su deseo legislativo. Entonces esta violación que realiza el hombre no significa que ha salido victorioso ante el deseo y el poder de Dios, puesto que en cualquier instante en el que Dios desee puede quitar al ser humano este deseo y poder. Por ello es que dice: «¿Acaso quienes hacen el mal piensan que podrán escapar de Nosotros? ¡Qué mal juzgan!».[12]
En conclusión, en el deseo existencial y la autenticidad de la legislación el ser humano no tiene ningún deseo de sí mismo para que se presente la agrupación de los deseos. En la realización del deseo legislativo, el deseo existencial del ser humano se encuentra de acuerdo al deseo Divino, y en caso de obedecimiento con su libertad elige su propósito con el propósito de Dios, y se encuentra satisfecho con el deseo existencial Divino, y a través de una buena elección, finalmente elige para sí un final feliz. Y si desobedece, esto es, no desea lo que desea Dios, ha actuado únicamente en contra de sí mismo, y no daña a la creación ni a Dios, ya que Dios según Su deseo existencial le otorgó al hombre el poder del deseo de la violación y la desobediencia, y con Su deseo legislativo lo hizo temer por la desobediencia. Pero él con su mala elección, no puso atención a esos temores y provocó la ira Divina, aunque en forma orgullosa piensa que a través de esta desobediencia, triunfó ante el deseo de Dios y salió victorioso sobre el poder de Dios. Pero la realidad es otra, puesto que él nunca (inclusive en estado de desobediencia) estuvo fuera del límite del dominio, del poder ni del deseo de Dios, ni tampoco es autosuficiente de esa Esencia Sagrada.
Aquí es donde Dios Todopoderoso dice: «Lo bueno que te sucede proviene de Dios y lo malo que te sucede proviene de ti mismo…»[13], ya que ningún acto ocurre sin el deseo de Dios, pero a Dios no le agrada que el ser humano realice pecados y maldades, sin embargo tú mismo al abusar de tu libertad has formado tu destino.
Claro está confesamos que imaginar el asunto y básicamente la relación de la libertad del ser humano con el deseo Divino y el sistema sin cambios del mundo existencial es un asunto difícil. Por ello es que aquellos que han dado la espalda a la revelación y a la Escuela de los Inmaculados (a.s.) se han visto atrapados por el extremismo, y han dejado al ser humano libre por sí mismo y lo han supuesto como el autor y seguidor de sus propios actos, tal y como los mutazilíes que por esta misma causa han sido llamados separatistas. O se ven afectados por el extremismo y consideran al ser humano como alguien que no puede hacer nada y está obligado y carece del deseo y del derecho de elección, tal y como los asharíes que son conocidos como deterministas.
Pero la verdad y el sendero recto, es una posición intermedia; esto es, no es determinismo ni indeterminismo, sino que el deseo existencial de Dios se agrupa con el deseo activo del ser humano de acuerdo al deseo de Dios. Si el ser humano obedece, el deseo legislativo de Dios también está de acuerdo con el deseo del ser humano, pero si el ser humano peca su deseo y su acto son detestados por Dios y provocan Su ira. Esto no es bajo el significado de que el hombre salga del gobierno y del dominio que Dios tiene sobre él, o que triunfe el hombre sobre el deseo y el poder de Dios, sino que sólo bajo el significado de quedar fuera de la beneficencia de Dios por abusar de su libertad, elección y deseo propio.
Fuentes para mayor estudio:
Enseñanzas de las Creencias, Muhammad Taqî Misbâh Ÿazdî, t.1-2.
Las Sabidurías del Sagrado Corán, Muhammad Taqî Misbâh Ÿazdî, t.1-3, pp.195-212 y 33-147 y 293-374.
[1]– Sagrado Corán (81:29), (76:30-31) y otros.
[2]– Sagrado Corán 53:39.
[3]– Sagrado Corán 41:46.
[4]– Recurrir a: Misbâh Ÿazdî Muhammad Taqî, Enseñanzas de las Creencias, t.1-2, lección 19, p.184 y 87-90 y 164-166.
[5]– Ídem, p.112-114, lección 11 y otros.
[6]– Ídem, p.180-187, lección 19.
[7]– Sagrado Corán41:11.
[8]– Sagrado Corán: 19:93.
[9]– Sagrado Corán (42:22), (50:35), (16:31), (39:34), (25:16).
[10]– Sagrado Corán (98:8), (58:22), (9:100), (5:119).
[11]– Sagrado Corán (81:29), (76:30).
[12]– Sagrado Corán (29:4), (39:51) y otros.
[13]– Sagrado Corán (4:78-79).