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2013/04/09
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Ética práctica| Derecho y leyes prácticas|Ocupación de las mujeres fuera de casa y su independencia económica |زن|بیشتر بدانیم
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RESUMEN DE LA PREGUNTA
¿Acaso el hombre puede ordenar a su mujer que trabaje fuera del hogar?
cuestión
¿Acaso el hombre puede ordenar a su mujer que trabaje fuera del hogar? Desde la perspectiva del obedecimiento hacia el esposo, ¿acaso este acto tiene recompensa para la mujer a pesar de que a ella no le agrade trabajar fuera de casa?
Un breve
En el sistema familiar el suministro depende del hombre, y éste no puede obligar a su esposa a participar en este asunto. Claro está cualquier acto que la mujer realice para complacer a su esposo, si no se contradice con las normas y reglas legales, tendrá una gran recompensa.
Respuestas detalladas
Para explicar este asunto debemos mencionar que esta pregunta en realidad se divide en tres preguntas:
1. ¿Acaso el hombre puede obligar a su mujer a trabajar fuera del hogar?
2. ¿Acaso para la mujer fundamentalmente el trabajo fuera del hogar es meritorio?
3. ¿Acaso obedecer al esposo en este asunto tendrá recompensa para la mujer?
A continuación analizamos en forma resumida estas preguntas:
A) Respecto a la primer pregunta considerando la aleya 34 de la Sura An Nisâ (4)[1], debemos decir que una razones por las cuales el mando en el sistema familiar se encuentra bajo la responsabilidad del hombre es porque (de cualquier manera) la provisión de los gastos para vivir se encuentra bajo su responsabilidad. En base a esto puede deducirse que las obligaciones de la mujer se encuentran limitadas en asuntos que fueron mencionados en forma resumida en los libros de Risâliye amalîah[2], y también por las leyes civiles y ella no tiene ninguna responsabilidad legal ni civil en cuanto al suministro e incremento del patrimonio familiar. Incluso si contase con bienes ahorrados desde antes, no tiene obligación de utilizarlos en los asuntos familiares, y el esposo tampoco tiene derecho a obligarla a que utilice de sus riquezas. Los grandes jurisconsultos recordaron también este asunto, como ejemplo mencionamos lo dicho por el Imam Khomeini (r): “No es necesario que la mujer sea pobre ni necesitada para que sea obligatorio darle la pensión alimenticia. Si la mujer es una de las personas más acaudaladas aun así es obligación del hombre darle esta pensión”.[3] Esta es una concesiones que el derecho islámico otorgó a las mujeres que, incluso después del matrimonio, pueden continuar administrando en forma independiente su capital. En caso de que trabajen fuera de casa deberán considerar al esposo en el oficio que eligen. Lo interesante es que el esposo no tiene derecho a obligar a la mujer en los quehaceres del hogar, las mujeres pueden cobrar una remuneración por los trabajos incluso los más emotivos y afectivos que realizan, tales como amamantar al hijo.[4] Esto no es de ninguna manera un insulto hacia la personalidad de la mujer, sino que es uno de los derechos ante el derecho que tiene el hombre de velar por la familia, y de alguna forma se creé una proporción entre los derechos y las responsabilidades. En base a esto no es obligatorio obedecer al esposo respecto a trabajar fuera de casa (e incluso dentro de ésta), y tal y como el Imam Jomeînî (r) dijo: “La desobediencia de la mujer hacia el esposo en los asuntos que no son obligatorios para ella, no provoca que la mujer sea una rebelde. Por lo tanto, si la mujer se niega a realizar ese tipo de trabajos y servicios del hogar que no tienen relación con los actos conyugales, por ejemplo se niega a barrer la casa, a arreglar la ropa a cocinar y asuntos parecidos…, incluso si se niega a realizar actos insignificantes tales como dar un vaso con agua al marido o arreglar la alcoba, no será considera una rebelde.[5]
B) Respecto a si las mujeres, ya sea soltera o casada, desde el punto de vista de la legislación islámica pueden trabajar fuera de casa, debemos decir que la religión islámica no prohíbe nada a este respecto. Como ejemplo sabemos que la honorable Hadiÿah (s.), esposa del Profeta (s.a.w.) poseía bienes con los que negociaba, y después del año de Bizah (misión profética) con la entrega de sus bienes jugó un papel importante en la expansión del Islam, en tal forma que el gran Profeta (s.a.w.) dijo: “Ningún capital me benefició en la medida en que me benefició el capital que Hadiÿah puso a mi disposición”.[6]
Lo que es importante de la presencia de las mujeres en la sociedad, es la observancia de las normas de templanza. Considerando en forma exacta estos asuntos ellas pueden, al igual que los hombres, participar en forma activa dentro de la sociedad.
Como ejemplo nuestros Inmaculados Imames (a.s.) no prohibieron a las mujeres presentarse en las calles sino que sólo recomendaron que era preferible que caminaran por las aceras, y evitaran caminar por en medio de las calles (que naturalmente provoca más atención).[7]
Al inicio del Islam existieron también escenas de esta presencia, incluso en los campos de batalla, lo cual fundamentalmente es un acto masculino.[8]
Por lo tanto trabajar fuera de casa, no puede ser considerado un acto indigno para las mujeres, y evitarlo por esta razón, ya que muchas veces las mujeres se encuentran más preparadas para la realización de algunas actividades.
C) Considerando lo mencionado con anterioridad respecto a que si tiene recompensa o no obedecer al esposo en este asunto debemos en principio tomar en cuenta que el significado de “ofrecerse” o “sacrificarse”, asunto muy enfatizado en el Islam, se muestra en forma practica en caso de que el ser humano renuncie a su derecho, y considere a otros antes que a sí mismo. Respecto a este asunto existe una aleya coránica que alaba a los ansar (o ayudantes) por ofrecer tanto y satisfacer las necesidades de los muhayir (inmigrantes).[9] Al poner atención en el significado de la aleya entendemos que los actos de los ansar no fue un acto obligatorio legal, sino que su conciencia moral provocó la realización de un acto tal.
El que Hadiÿah (s.) haya ofrecido sus bienes y capitales al Profeta (s.a.w.) puede también ser evaluado en este mismo campo, y el agradecimiento del Profeta (s.a.w.) hacia ella, que incluso continuó tiempo después de su fallecimiento[10] fue una muestra de la gran recompensa que obtuvo esta dama musulmana ejemplar por ayudar económicamente a su esposo.
En conclusión de lo dicho es que en la vida familiar además de las reglas legales que rigen sobre la relación matrimonial, existen también normas morales, que aunque no es necesario que sean respetadas pero sin duda si se realizan con la intención de acercarse a Dios tendrán como resultado una gran recompensa. Como un ejemplo de éstas podemos indicar la ayuda de las mujeres a sus esposos en la provisión de los gastos para vivir, en especial si el esposo se enfrenta con dificultades para proveerlos en forma completa.
Claro está deberá ponerse total atención en que al trabajar fuera de casa se respeten las normas legales e islámicas.
1. ¿Acaso el hombre puede obligar a su mujer a trabajar fuera del hogar?
2. ¿Acaso para la mujer fundamentalmente el trabajo fuera del hogar es meritorio?
3. ¿Acaso obedecer al esposo en este asunto tendrá recompensa para la mujer?
A continuación analizamos en forma resumida estas preguntas:
A) Respecto a la primer pregunta considerando la aleya 34 de la Sura An Nisâ (4)[1], debemos decir que una razones por las cuales el mando en el sistema familiar se encuentra bajo la responsabilidad del hombre es porque (de cualquier manera) la provisión de los gastos para vivir se encuentra bajo su responsabilidad. En base a esto puede deducirse que las obligaciones de la mujer se encuentran limitadas en asuntos que fueron mencionados en forma resumida en los libros de Risâliye amalîah[2], y también por las leyes civiles y ella no tiene ninguna responsabilidad legal ni civil en cuanto al suministro e incremento del patrimonio familiar. Incluso si contase con bienes ahorrados desde antes, no tiene obligación de utilizarlos en los asuntos familiares, y el esposo tampoco tiene derecho a obligarla a que utilice de sus riquezas. Los grandes jurisconsultos recordaron también este asunto, como ejemplo mencionamos lo dicho por el Imam Khomeini (r): “No es necesario que la mujer sea pobre ni necesitada para que sea obligatorio darle la pensión alimenticia. Si la mujer es una de las personas más acaudaladas aun así es obligación del hombre darle esta pensión”.[3] Esta es una concesiones que el derecho islámico otorgó a las mujeres que, incluso después del matrimonio, pueden continuar administrando en forma independiente su capital. En caso de que trabajen fuera de casa deberán considerar al esposo en el oficio que eligen. Lo interesante es que el esposo no tiene derecho a obligar a la mujer en los quehaceres del hogar, las mujeres pueden cobrar una remuneración por los trabajos incluso los más emotivos y afectivos que realizan, tales como amamantar al hijo.[4] Esto no es de ninguna manera un insulto hacia la personalidad de la mujer, sino que es uno de los derechos ante el derecho que tiene el hombre de velar por la familia, y de alguna forma se creé una proporción entre los derechos y las responsabilidades. En base a esto no es obligatorio obedecer al esposo respecto a trabajar fuera de casa (e incluso dentro de ésta), y tal y como el Imam Jomeînî (r) dijo: “La desobediencia de la mujer hacia el esposo en los asuntos que no son obligatorios para ella, no provoca que la mujer sea una rebelde. Por lo tanto, si la mujer se niega a realizar ese tipo de trabajos y servicios del hogar que no tienen relación con los actos conyugales, por ejemplo se niega a barrer la casa, a arreglar la ropa a cocinar y asuntos parecidos…, incluso si se niega a realizar actos insignificantes tales como dar un vaso con agua al marido o arreglar la alcoba, no será considera una rebelde.[5]
B) Respecto a si las mujeres, ya sea soltera o casada, desde el punto de vista de la legislación islámica pueden trabajar fuera de casa, debemos decir que la religión islámica no prohíbe nada a este respecto. Como ejemplo sabemos que la honorable Hadiÿah (s.), esposa del Profeta (s.a.w.) poseía bienes con los que negociaba, y después del año de Bizah (misión profética) con la entrega de sus bienes jugó un papel importante en la expansión del Islam, en tal forma que el gran Profeta (s.a.w.) dijo: “Ningún capital me benefició en la medida en que me benefició el capital que Hadiÿah puso a mi disposición”.[6]
Lo que es importante de la presencia de las mujeres en la sociedad, es la observancia de las normas de templanza. Considerando en forma exacta estos asuntos ellas pueden, al igual que los hombres, participar en forma activa dentro de la sociedad.
Como ejemplo nuestros Inmaculados Imames (a.s.) no prohibieron a las mujeres presentarse en las calles sino que sólo recomendaron que era preferible que caminaran por las aceras, y evitaran caminar por en medio de las calles (que naturalmente provoca más atención).[7]
Al inicio del Islam existieron también escenas de esta presencia, incluso en los campos de batalla, lo cual fundamentalmente es un acto masculino.[8]
Por lo tanto trabajar fuera de casa, no puede ser considerado un acto indigno para las mujeres, y evitarlo por esta razón, ya que muchas veces las mujeres se encuentran más preparadas para la realización de algunas actividades.
C) Considerando lo mencionado con anterioridad respecto a que si tiene recompensa o no obedecer al esposo en este asunto debemos en principio tomar en cuenta que el significado de “ofrecerse” o “sacrificarse”, asunto muy enfatizado en el Islam, se muestra en forma practica en caso de que el ser humano renuncie a su derecho, y considere a otros antes que a sí mismo. Respecto a este asunto existe una aleya coránica que alaba a los ansar (o ayudantes) por ofrecer tanto y satisfacer las necesidades de los muhayir (inmigrantes).[9] Al poner atención en el significado de la aleya entendemos que los actos de los ansar no fue un acto obligatorio legal, sino que su conciencia moral provocó la realización de un acto tal.
El que Hadiÿah (s.) haya ofrecido sus bienes y capitales al Profeta (s.a.w.) puede también ser evaluado en este mismo campo, y el agradecimiento del Profeta (s.a.w.) hacia ella, que incluso continuó tiempo después de su fallecimiento[10] fue una muestra de la gran recompensa que obtuvo esta dama musulmana ejemplar por ayudar económicamente a su esposo.
En conclusión de lo dicho es que en la vida familiar además de las reglas legales que rigen sobre la relación matrimonial, existen también normas morales, que aunque no es necesario que sean respetadas pero sin duda si se realizan con la intención de acercarse a Dios tendrán como resultado una gran recompensa. Como un ejemplo de éstas podemos indicar la ayuda de las mujeres a sus esposos en la provisión de los gastos para vivir, en especial si el esposo se enfrenta con dificultades para proveerlos en forma completa.
Claro está deberá ponerse total atención en que al trabajar fuera de casa se respeten las normas legales e islámicas.
[1]– الرجال قوامون علی النساء بما فضل الله بعضهم علی بعض و بما أنفقوا من أموالهم
“Los hombres son los encargados de proteger y atender a las mujeres por aquello con lo que Dios ha favorecido a unos sobre otros y por lo que gastan de sus bienes”.
“Los hombres son los encargados de proteger y atender a las mujeres por aquello con lo que Dios ha favorecido a unos sobre otros y por lo que gastan de sus bienes”.
[2]– Risâliye amalîah – Tratado de las prácticas legales preparado por un Muÿtahid (experto en jurisprudencia islámica).
[3]– Jomeînî Ruhul.lah, Tahrir Al-Wasilah, Dàr Al-Ilm, Qom, t.2, p.319.
[4]– Ídem, p.312.
[5]– Ídem, p.305.
[6]– Maÿlisi, Muhammad Bâqir, Bihâr Al-Anwar, t.19, p.63.
[7]– Sheij Saduq, Muhammad Ibn ‘Alî ibn Husaîn, Min la Iahdzaru Al-Faqih, t.3, p.561.
[8]– A este respecto podemos mencionar a Nasibah que acompañó al Profeta (s.a.w.) en la Batalla de Uhud y curaba a los heridos. Muhammad Buqir, Bihâr Al Anwâr, t.20, p.52.
[9]– Al Hashr (59)- (و الذین تبوؤا الدار ...)
[10]– Sheij Mufid, Al-Afsâh fi Al-Imamah, Congreso del Sheij Mofid, p.217.
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