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La súplica es lo principal de la adoración. La súplica es la conexión de una gota de agua con el mar, y esta misma conexión es por sí misma la aceptación. Es un éxito por parte de Dios que el ser humano logre recordar a Dios. La aceptación de la súplica tiene sus formalidades y condiciones que deberán ser cumplidas y tiene obstáculos que deberán ser abandonados. El principal obstáculo de la aceptación de las súplicas es el pecado, y el conocimiento de Dios es la principal condición para la aceptación de la súplica.
Un viernes el Imam ‘Alî (a.s.) mencionó un elocuente sermón. Al final de éste dijo: “¡Oh, gente! Existen siete grandes tragedias por las cuales habrá que refugiarse en Dios: del sabio desviado, del devoto cansado, del creyente descarriado, del acaudalado en ruina, del enamorado degradado, del indigente que enfermó y del depositario traidor”. En ese momento un hombre se levantó y preguntó: “Dices lo cierto. ¡Oh, Amîr Al-Mu’minîn! Tú eres nuestra qibla (guía) cuando nos desencaminamos, y tú eres la luz cuando nos encontramos en la oscuridad. Pero te pregunto acerca de lo dicho por Dios ahí donde dijo: “Invocadme y Yo os contestaré”. ¡¿Qué sucede que invocamos a Dios pero no contesta a nuestros ruegos?!” El Imam ‘Alî (a.s.) contestó: “En verdad que vuestros corazones traicionaron con ocho caracteres:
Primero, conocieron a Dios, pero no realizaron Su derecho tal y como Lo hizo obligatorio. Por ello este conocimiento no os dio ninguna ganancia.
Segundo, tuvieron fe en el enviado de Dios, pero no actuaron según su método y tradición, y destruyeron su ley religiosa. Entonces ¡¿cuál es el valor de vuestra fe?!
Tercero, leyeron el Corán pero no lo practicaron. Dijeron “¡obedecemos!”, pero os opusisteis.
Cuarto, dijeron temer al Fuego del Infierno, pero cada momento con la realización de pecados os acercasteis más a él. Entonces ¡¿Dónde está vuestro temor?!
Quinto, dijeron estar deseosos del Paraíso, aunque ahora cada momento realizáis algo que os aleja más de éste. Entonces ¡¿dónde se encuentra vuestro deseo?!
Sexto, os beneficiasteis de las bendiciones Divinas, pero no las agradecen.
Séptimo, Dios Sublime ordenó que enemistaran con el Demonio. Y dijo: “En verdad, Satanás es un enemigo para vosotros, así pues, tenedle por enemigo”[1] pero sin oponeros amistáis con él.
Octavo, sólo ven los defectos de la gente y olvidan sus propios defectos. A pesar de que son más merecedores del reproche, reprocháis a los demás. Con esta descripción ¡¿cuál de vuestras súplicas puede ser aceptada?! Cerraron las puertas y los sederos de la súplica ante vosotros mismos. ¡Temed a Dios y realizad correctamente vuestros actos! ¡Purificad vuestras almas! ¡Aconsejad los buenos actos y reprobad lo prohibido para que Dios acepte vuestras súplicas!”[2]
En nuestros textos religiosos la súplica no sólo fue presentada como adoración sino que como lo principal. Si pone atención en los mandatos prácticos del Islam podrá observar que la mayoría de estos contienen numerosas súplicas. Dios Sublime en el Corán repetidas veces invitó al ser humano a suplicar.
Como por ejemplo dice: “Invocadme y Yo os contestaré”.[3] O el que dice: “Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí, [diles que] en verdad, Yo estoy cerca y respondo la súplica del suplicante cuando Me suplica. Por tanto que Me respondan y crean en Mí, para que, quizás así, sean bien dirigidos”.[4]
La súplica es la conexión de una gota de agua con el mar. Sólo esta relación por sí misma es valiosa y muestra de aceptación de Dios, ya que muchos ni siquiera logran tener esta relación. Cuando el ser humano piensa en Dios, pide a Él, se refugia en Él y se dirige hacia Él, esto mismo es favor de Dios, y el ser humano deberá estar agradecido a Dios Sublime por ello. Dios dice: “Recordadme, pues, y Yo os recordaré”.[5] Nuestro recuerdo no tiene ningún beneficio para Dios. Lo único que tiene beneficio es que nosotros recordemos a Dios y que Dios nos recuerde.
La súplica tiene formalidades y condiciones que deberán realizarse considerando a todas éstas. En el sermón del Imam ‘Alî (a.s.) que mencionamos con anterioridad, indicó muchas de las condiciones y de las formalidades de la súplica. Un grupo se presentó ante el Imam Sâdiq (a.s.) y preguntó: “Nosotros invocamos pero nuestra invocación no es aceptada”. El Imam (a.s.) dijo: “Ya que invocáis a alguien que desconocen”.[6] En un hadîz del Imam ‘Alî (a.s.) conocer al Responsable (Dios) fue presentado como una de las condiciones de la súplica.[7]
En ocasiones pedimos a Dios algo que nos perjudicará. Tal y como el niño que por ignorancia pide a la madre algo que le daña. En este caso si la madre cumple con la petición del hijo, lo traicionó. Es posible que el hijo se moleste con la madre, pero esto es por el bienestar del propio niño. El gran Profeta (s.a.w.) dijo: “¡Oh, siervos de Dios! Vosotros sois como los enfermos y Dios es como el médico. Lo beneficioso para el enfermo se encuentra en la sabiduría del médico y en lo que decide, no en aquello que el enfermo desea. Estad conscientes y dejad vuestros actos y dificultades en manos de Dios para que os salvéis”.[8] O tal vez en esta súplica sólo buscan su propio beneficio y olvidan que la aceptación de esta súplica es posible que termine afectando a los demás. Muchas veces nuestras invocaciones son aceptadas pero nosotros no nos percatamos de ello. O tenemos prisa en que sean aceptadas y esperamos que en el momento que terminamos de suplicar sea aceptada. En las narraciones dice que la súplica de Moisés (a.s.) y Aarón (a.s.) en cuanto al Faraón después de cuarenta años fue aceptada”.[9]
En ocasiones el que la súplica no sea aceptada es un Favor de Dios, para que logremos hablar más con Él. El Imam Ridâ (a.s.) dijo: “En verdad que Dios retrasa la aceptación de la invocación del creyente, puesto que Le agrada escuchar más la voz de Su siervo. Pero la invocación del hipócrita la acepta pronto, puesto que Le desagrada escuchar su voz”.[10]
Un momento de atención de Dios vale más que todo el universo y lo que se encuentra dentro de éste. La hospitalidad del anfitrión no debe hacernos olvidar al propio anfitrión. “Dentro de cien existe el noventa”, es decir si obtenemos la atención de Dios contamos con todo.
Entonces si supusimos que Dios rechazó nuestra invocación, no debemos perder la esperanza y desalentarnos de la clemencia Divina. La desesperanza en la clemencia Divina ha sido considerada uno de los más grandes pecados. Dios dice: “¡Oh, siervos Míos que os habéis excedido con vosotros mismos! ¡No desesperéis de la misericordia de Dios! ¡En verdad, Dios perdona todos los pecados! En verdad, Él es el Perdonador, el Misericordiosísimo”.[11]
El mayor obstáculo para la aceptación de la súplica es el pecado. El Imam ‘Alî (a.s.) en el Du’a Kumail dice a Dios: “¡Dios mío! Perdona los pecados que encarcelan las invocaciones”. Es una falta de respeto si desobedecemos a Dios y después Le pedimos algo, y esperamos que sonriente conteste positivamente a nuestra petición.
El pecado hace que disminuya gradualmente la fe del ser humano hacia Dios y hacia el Profeta (s.a.w.), y provoca que éste niegue a Dios y a Sus signos. El Corán dice: “Luego, el final de quienes hicieron el mal fue desmentir las señales de Dios y burlarse de ellas”.[12] Y al contrario, la invocación fortalece la fe: “Y adora a tu Señor hasta que te llegue la certeza”.[13]
La súplica es mostrar la necesidad del siervo ante Él que no necesita de nada ni nadie. Es cierto que Dios es Generoso pero al mismo tiempo también es Sabio. La generosidad de Dios no se adelanta a Su sabiduría. Dios no es envidioso, Él responde a Su siervo según Su sabiduría, no según el deseo del siervo.
Dios dice: “Si la Verdad (Dios) hubiese seguido sus deseos, se habrían corrompido los cielos y la Tierra y todo lo que hay en ellos”.[14] Y también dice: “¡Oh, mis siervos! Obedezcan Mis órdenes y no me enseñen cuáles cosas son favorables para ustedes. Yo sé mejor que ustedes y Yo no soy envidioso en darles lo que les conviene”.[15] El ser humano debe cumplir con sus obligaciones, Dios sabe mejor lo que hace.
Dios Sublime dice: “En verdad, los ángeles descienden sobre quienes dicen: «Nuestro señor es Dios», y se mantienen en el camino de la rectitud y la justicia: ¡No temáis y no estéis tristes y recibid la buena nueva del Jardín que se os había prometido!”[16]
Para más información puede recurrir a los siguientes Índices:
“Las condiciones para la aceptación segura de la invocación”, preg.no.983 (pág.web).
“Las invocaciones que son aceptadas de inmediato”, preg. 17378 (es17087).
[1]– Fāťir [35:6].
[2]– Mustadrak Al-Wasâ’il, p.5, p.269.
[3]– Gāfir [40:60].
[4]– Al-Baqara [2:186].
[5]– Al-Baqara [2:152].
[6]– Mustadrak Al-Wasâ’il, p.5, p.191.
[7]– Irshâd Al-Qulûb, t.1, p.149.
[8]– Ídem, p.153.
[9]– Mustadrak Al-Wasâ’il, p.5, p.192.
[10]– Ídem, p.194.
[11]– Az-Zumar [39:53].
[12]– Ar-Rūm [30:10].
[13]– Al-Ĥiŷr [15:99].
[14]– Al-Mu’minūn [23:71].
[15]– Irshâd Al-Qulûb, t.1, p.152.
[16]– Fuşşilat [41:30].