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El wilâîah de los Inmaculados (a.s.) puede comprobarse a través de las cuatro razones: el Libro Sagrado, la tradición (sunnah), la razón (‘aql) y el consenso de los sabios (iymâ’).
El consenso de los sabios shíitas, sin la necesidad de recurrir a sus palabras, es tan evidente que inclusive los sabios de las demás religiones no han dudado en este.
Respecto al argumento racional, algunos se arraigaron al principio de la “benevolencia (de Dios)”, y lo consideraron suficiente para comprobar este asunto que el mismo Profeta (s.a.w.) o el Imâm Inmaculado (a.s.) es el gobernador de la sociedad. Pero un grupo de sabios consideraron insuficiente esta razón y se arraigaron al argumento “racional”.
Numerosas aleyas argumentan para comprobar el liderazgo profético que tal vez la más evidente entre éstas es la siguiente:
{النَّبِیُّ أَوْلى بِالْمُؤْمِنِینَ مِنْ أَنْفُسِهِمْ }
"El Profeta posee mayores derechos sobre los creyentes que ellos mismos". (33:6).
Son también muy numerosas las narraciones respecto al liderazgo de los Inmaculados (a.s.). Como ejemplo de éstas son las palabras del Imâm As-Sâdiq (a.s.) que dijo a continuación de la aleya:
{ إِنَّما وَلِیُّکُمُ اللَّهُ وَ رَسُولُهُ وَ الَّذِینَ آمَنُوا… }
“En verdad, vuestros amigos y protectores son solamente Dios y Su Mensajero y aquellos que tienen fe” (5:55) dijo:
“En verdad el significado de esta aleya es que más meritorio que vosotros y el que más derecho tiene sobre vosotros, vuestros asuntos, vosotros mismos y vuestros bienes, son Dios y Su Mensajero y aquellos que tienen fe, o sean ‘Alî (a.s.) y sus descendentes –los Inmaculados Imames (a.s.)– hasta el día de la Resurrección”.
En la cultura islámica, después de poner atención en la necesidad existente de un gobernador para la sociedad, nadie por sí mismo tiene derecho a liderar a la sociedad fuera de Dios Todopoderoso a quien Le pertenecen todos los asuntos de la existencia del ser humano, y este asunto exige que el ser humano sea obediente de Sus órdenes y prohibiciones.[1] Ahora si Él nos invita a someternos a una persona o a un grupo especial, nosotros también obedecemos, y si para un líder mencionó una condición y dejó en nuestras manos la determinación de esa persona entre los que cuentan con esas condiciones, aun así lo obedeceremos.
Los musulmanes desde el pasado hasta hoy día sostienen la creencia que Dios Todopoderoso entregó al mismo Profeta (s.a.w.) la autoridad de mando de la comunidad islámica y después, según la creencia de los seguidores de la escuela de Ahlul Bayt (a.s.), este asunto fue transmitido a los Inmaculados Imâmes (a.s.), el cual puede comprobarse a través de las cuatro razones: el Libro Sagrado, la tradición (sunnah), la razón (‘aql) y el consenso de los sabios (iymâ’).
El consenso de los sabios shíitas, sin la necesidad de recurrir a sus palabras, es tan evidente que inclusive los sabios de las demás religiones no han dudado en este. En forma general la especialidad más importante del principio del “Imâmato” que es y fue uno de los fundamentos de la religión shiíta es este mismo asunto que después del Gran Mensajero (s.a.w.) la autoridad de mando de la comunidad islámica que se encontraba bajo sus órdenes, fue transferida a los Inmaculados Imâmes (a.s.) de Ahlul Bayt. Por ello, los shiítas sostienen que el Gran Mensajero del Islam (s.a.w.) además del puesto de la Profecía y la Misión, poseía también el cargo del Imâmato.[2] El puesto de nawâbat (Profecía), es la jerarquía de conocimiento de los secretos divinos en el mundo de la creación y la legislación Divina, y el puesto de risâlat (Misión) es para hacer llegar el mensaje al cual está comisionado para transmitir sus conocimientos a la gente y guiarla. El puesto de Imâmato es esa misma jerarquía de autoridad de mando y dirigente de la sociedad.
Respecto al argumento racional, algunos se arraigaron al principio de la “benevolencia (de Dios)”, y lo consideraron suficiente para comprobar este asunto que el mismo Profeta (s.a.w.) o el Imâm Inmaculado (a.s.) es el gobernador de la sociedad. Pero un grupo de sabios consideró insuficiente esta razón y se arraigó al argumento de “sabiduría”.[3]
El argumento de “sabiduría”, en forma sucinta puede explicarse de la siguiente forma:
El intelecto, después de evidenciar para el ser humano a Dios Todopoderoso, al mundo inmaterial y a la resurrección, deduce que todo lo que el ser humano realiza en este mundo puede tener un efecto permanente en su vida eterna. El intelecto, se ve imposibilitado para descubrir estos efectos y distinguir los asuntos de estos. Por ello, la Sabiduría de Dios Todopoderoso, que creó este mundo y al ser humano, demanda en una forma que muestre el sendero de la felicidad a los seres humanos y mande enviados hacia éstos. Por otra parte, para proveer un objetivo del envío de mensajeros, que es esa misma guía de la gente, estos profetas deberán ser inmaculados y exentos de cualquier falta en el entendimiento y la percepción de los mandatos Divinos y comunicación a la gente. Entonces el intelecto, analizando el asunto de la inmunidad llega a esta conclusión que la inmunidad necesita de la percepción y comunicación de la revelación con inmunidad en todos los asuntos, inclusive respecto a las equivocaciones y olvidos. Por lo tanto el Mensajero deberá ser infalible en todos los asuntos. Luego el intelecto dicta, basándose en el requerimiento de la Sabiduría Divina, que las riendas de los asuntos de la sociedad deberán ser entregadas a un Inmaculado (a.s.). Entonces indudablemente el mismo Mensajero es considerado el líder por parte de la religión. Ahora si la razón pone atención en la jerarquía del Imâmato y considera al Imâm como interpretador del mensaje Divino de la profecía, llega a esta misma conclusión a través de un método similar. Por lo tanto, la razón después de comprobar la infalibilidad para el Mensajero y el Imâm, observa el requerimiento de la Sabiduría Divina en la transferencia de la autoridad de mando de la sociedad a ellos, y a través de esto se comprueba para ellos que “wilâîah” tiene el significado de administrar a la sociedad.
Numerosas aleyas designan la afirmación del wilâîat nabawî (liderazgo de la profecía)[4] que tal vez la más clara entre éstas sea la siguiente:
{ النَّبِیُّ أَوْلى بِالْمُؤْمِنِینَ مِنْ أَنْفُسِهِمْ }
"El Profeta posee mayores derechos sobre los creyentes que ellos mismos" (33:6). El resultado del significado de esta aleya comprueba la prioridad del generoso Profeta del Islam (s.a.w.) en relación a cada uno de los creyentes en comparación con ellos mismos; o sea, si ellos pueden decidir para sí mismos y realizar un acto, el Profeta (s.a.w.) en ese acto es más meritorio que ellos mismos, y si tomó una decisión en relación a ellos, ellos no tienen derecho a oponerse y deberán obedecerlo. Ya sea que esta decisión sea respecto a los asuntos individuales de los creyentes o a los asuntos sociales de ellos.[5] Esta aleya comprueba el señorío absoluto del Gran Profeta (s.a.w) en el campo de las permisibilidades legales; ya que en este campo es en el que las personas pueden tomar cualquier decisión respecto a sus asuntos.
El gran Profeta (s.a.w.), según sucesivas narraciones, en el suceso de Al-Gadîr indica esta aleya, y dirigiéndose a la gente dice: “¿Acaso en relación a vosotros no soy más meritorio que vosotros mismos?” Y Después de que la gente confesó dice: “¡Aquél de quien yo sea su señor (maûlâ) y tutor (walî ), ‘Alî es su señor y tutor!”[6] Por lo tanto se comprueba que ese mismo liderazgo profético para ‘Alî (a.s.) es también fijo para los Inmaculados Imâmes (a.s.).[7]
Otra generosa aleya que argumenta respecto al liderazgo profético y alawita es la siguiente:
{ وَلِیُّکُمُ اللَّهُ وَ رَسُولُهُ وَ الَّذِینَ آمَنُوا الَّذِینَ یُقِیمُونَ الصَّلاةَ وَ یُؤْتُونَ الزَّکاةَ وَ هُمْ راکِعُونَ }
“En verdad, vuestros amigos y protectores son solamente Dios y Su Mensajero y aquellos que tienen fe, que hacen la oración y dan limosna mientras están inclinados rezando”. (5:55).
En esta generosa aleya que es un estatuto de la creencia shiíta en el asunto del wilâîah, Dios en un principio comprueba el wilâîah para Sí mismo, después para Su Mensajero y luego para aquellos que tienen fe y realizan la oración y en estado de inclinación pagan el zakât. Aunque la frase: “Aquellos que tienen fe, son aquellos que realizan la oración y en estado de inclinación pagan el zakât”, puede ser comparado con diversos ejemplos, pero según lo que declaran las narraciones transmitidas por los shiítas y sunnitas, el propósito de esta es sólo ‘Alî Ibn Abî Tâlib (a.s.).[8]
En esta aleya se comprueba el wilâîah en forma absoluta para el Mensajero (s.a.w.) y los Inmaculados Imâmes (a.s.).
Así también las narraciones respecto al liderazgo de los Inmaculados (a.s.) son muy numerosas; algunas de éstas fueron mencionadas dentro de esta discusión. Aquí en forma de ejemplo recordamos estas palabras del Imâm As-Sâdiq (a.s.), que a continuación de la generosa aleya:
{ إِنَّما وَلِیُّکُمُ اللَّهُ وَ رَسُولُهُ وَ الَّذِینَ آمَنُوا… }
“En verdad, vuestros amigos y protectores son solamente Dios y Su Mensajero y aquellos que tienen fe” (5:55) dijo:
“En verdad el significado de esta aleya es que más meritorio que vosotros y el que más derecho tiene sobre vosotros, vuestros asuntos, vosotros mismos y vuestros bienes, son Dios y Su Mensajero y aquellos que tienen fe, o sean ‘Alî (a.s.) y sus descendentes –los Inmaculados Imames (a.s.)– hasta el día de la Resurrección”.[9]
Fuentes para mayor estudio:
Mahdî Hâdavî Tehrânî, Wilâîat va Dîyânat, Instituto de Cultura Janeîe Jirad, Qom, segunda edición, 2001.
[1]– Recurrir a: Yawâdî ‘Amâlî, Wilâîat Faqîh, (liderazgo en el Islam), p.29.
[2]– El propósito de “Imâmah” en este caso es la “autoridad de mando y el liderazgo de la comunidad islámica”. Otro significado de “Imâmah” que es utilizado respecto a los Inmaculados Imâmes (a.s.) es el beneficiarse de la ciencia divina que es parecida a la jerarquía de la Profecía. Y algunos por equivocación el significado de Imâmato lo consideraron exclusivo de este segundo significado. Recurrir a: Mahdî Hâ’irî Yazdî, Hikmat wa Hokumat, p.171.
[3]– Exactamente contrario a lo que algunos reclamaron que sin investigar consideraron sólo al argumento racional como un principio de benevolencia y sin poner atención en las dificultades que desde siglos atrás habían hecho a éstas –tales como las objeciones de Fajr Râzî– supusieron que ellos habían sido los primeros críticos de esta regla y al rechazarla cerraron la puerta de la deducción racional”. Recurrir a: Mahdî Hâ’irî Yazdî, Hikmat wa Hokumat, pp.173-176.
[4]– Recurrir a: Ayatul.lah Muntadzirî, Wilâîat Al-Faqîh, t.1, p.37-73.
[5]– Recurrir a: Saîîed Kadzim Al-Hâ’irî, Wilâîat Al-‘Amr fi ‘asr Al-Gaîbah, p.153; Ayatul.lah Muntadzirî, Wilâîat Al-Faqîh, t.1, p.37-40.
[6]– Recurrir a: Al.âmah Maylisî, Bihâr Al-Anwâr, t.37, p.108; Ayatul.lah Muntadzirî, Wilâîat Al-Faqîh, t.1, p.41.
[7]– Recurrir a: Saîîed Kadzim Al-Hâ’irî, Wilâîat Al-‘Amr fi ‘asr Al-Gaîbah, p.153.
[8]– Recurrir a: Al-Suîutî, Ad-Durr Al-Manzûr, t.2, p.293; Al-Bahrânî, Tasîr Al-Burhân, t.1, p.479.
[9]– Usûl Kâfî, t.1, p.288.