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De las aleyas del Generoso Corán y de las narraciones se deduce que algunas de las causas y factores provocan el alejamiento y el retraso del castigo sobre una sociedad. En esta oportunidad en forma de ejemplo recordamos algunos asuntos:
1. La existencia de un Profeta y de personas arrepentidas en una sociedad:
"وَ ما كانَ اللَّهُ لِيُعَذِّبَهُمْ وَ أَنْتَ فيهِمْ وَ ما كانَ اللَّهُ مُعَذِّبَهُمْ وَ هُمْ يَسْتَغْفِرُون"
“(¡Oh, Profeta!) Pero Dios no les castigará mientras tú estés entre ellos, ni les castigará mientras le pidan perdón“.[1]
Esta aleya fue descendida respecto a Nadr Ibn Harz que pidió a Dios que descendieran piedras en lugar de pedirle guía.[2] Esta aleya directamente indica que por la presencia de dos cosas entre la gente (Profeta y existencia de personas arrepentidas) Dios desistió del castigo.
2. Proteger la vida de los creyentes:
"لَوْ تَزَيَّلُوا لَعَذَّبْنَا الَّذينَ كَفَرُوا مِنْهُمْ عَذاباً أَليما"
“Si ellos (los creyentes e incrédulos de la Meca) hubiesen estado separados, habríamos castigado, con seguridad, a quienes de ellos no creían”.[3]
3. La existencia de personas débiles entre la gente: El Imam Ridâ (a.s.) dijo: “En verdad que Dios Todopoderoso tiene un ángel que durante el día y la noche anuncia: ¡Oh, siervos de Dios! Tómenlo tranquilo y eviten los pecados, si no fuese por el respeto a los cuadrúpedos herbívoros, a los niños lactantes y a los ancianos en posición de inclinación, en verdad les sería descendido un castigo que los aplastara”.[4]
4. La amistad para Dios, poblar las mezquitas y arrepentirse en las madrugadas: El Imam Sâdiq (a.s.) según lo transmitido por su padre el Imam Bâqir (a.s.) dijo: “En verdad Dios cuando decide enviar Su castigo a la gente del mundo, dice: Si no fuese por aquellos que amistan mutuamente por Mi, pueblan Mis mezquitas y en las madrugadas Me implora perdón, sin duda haría descender Mi castigo sobre ellos”.[5]
[1]– Al-Anfāl [8:33].
[2]– Tabarsî Fadl Ibn Hasan, Maÿma’ Al-Baîân fi Tafsîr Al-Qurân, t.8, p.453.
[3]– Al-Fatĥ [48:25].
[4]– Kulaînî Muhammad Ibn Ya’qub, Kâfî, t.2, p.276.
[5]– Ibn Bâbewey Muhammad Ibn ‘Alî, Zawâb Al-‘Amâl wa ‘Iqâb Al-‘Amâl, t.177.