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Para obtener respuesta a esta pregunta es necesario mencionar antes algunos asuntos:
1. Puede ser discutido y analizado el que si los Imâmes (a.s.) poseían la ciencia oculta de todos los eventos y sucesos futuros en forma completa y absoluta, por ejemplo: el tiempo y el lugar de su martirio.
2. Suponiendo que se compruebe la ciencia de los Imâmes desde lo oculto del tiempo y lugar de su martirio habrá que decir:
Primero: todo ser humano un día muere, y si alguien está enterado del futuro en la medida que sea, no está exceptuado de esta regla, es decir no podrá evitarlo. Entonces la ciencia de la persona no obstaculiza la muerte o el martirio de ésta.
Segundo: si lo predestinado por Dios se vuelve definitivo de ninguna forma puede cambiarse.
Tercero: la ciencia de los Imâmes a través de lo oculto en cuanto al lugar de su martirio, es sólo el conocimiento de un suceso definitivo y el consentimiento de estos generosos respecto a este predestino provoca la ascendencia de su jerarquía.
Conclusión: entonces evitar la mejor de las muertes, es decir el martirio que concuerda con el deseo definitivo de Dios Sublime, no tiene otro significado fuera de la falta de satisfacción del deseo de Dios, que un acto así no sólo es imposible de estos generosos sino que aquello que se deduce de lo dicho y del comportamiento de ellos es que estaban conformes con la predestinación Divina y se entregaban a la orden de Dios.
Para evidenciar la respuesta es necesario primero explicar la manera del conocimiento de los Imâmes en forma muy resumida, después ver por qué estos Inmaculados (a.s.) a pesar de tener conocimiento del momento de su muerte y martirio ¡no hicieron algo para evitarla!
Existen diferentes opiniones tocantes a que si los Inmaculados Imâmes, tenían conocimiento completo y absoluto de lo oculto de todos los asuntos, es decir, conocimiento de todos los accidentes y sucesos del pasado y del futuro, por ejemplo, conocimiento del momento y el lugar de su martirio. Según las enseñanzas coránicas el conocimiento de lo oculto en forma absoluta y completa, sólo se encuentra a disposición de Dios; puesto que Él es quien posee el dominio multilateral sobre toda la existencia. Este significado puede deducirse de la aleya 4 de la Sura Ar-Ra‘ad [13], aleya 20 de la Sura Iūnus [10] y aleya 65 de la Sura An-Naĥl [16]. Por lo tanto un grupo utilizando aleyas como éstas niega el conocimiento de los Inmaculados Imâmes en forma amplia, tal y como el conocimiento del tiempo y el lugar de su martirio.
Pero la mayoría de los eruditos shi’ítas utilizando algunas aleyas coránicas tales como Āle ‘Imrān [3:179] y Al-Ŷin [72:26-27] que dicen que: “y nadie accede a Su ocultación excepto aquel de los Mensajeros con quién Él se complace”, sostienen que los santos Divinos tenían también conocimiento de lo oculto en forma sucinta. Este significado también se deduce de las narraciones de los Inmaculados Imâmes. El Imâm As-Sâdiq (a.s.) a este respecto dijo: “Cuando el Imâm decide enterarse de algo Dios se lo enseña”.[1]
Por lo tanto, tomando en cuenta a este grupo de aleyas y narraciones, y considerando que los Profetas Divinos estaban comisionados para dirigir a los seres humanos desde todas las perspectivas materiales y espirituales, deberían contar con una gran parte de ciencia y conocimiento para poder realizar esta comisión perfectamente, y los Imâmes –que son sucesores del Profeta (s.a.w.)– tienen también este mismo dictamen. Entonces ellos también en forma amplia tienen conocimiento de lo oculto, como por ejemplo conocimiento del momento y el lugar de su martirio.[2] De cualquier manera y suponiendo que los Inmculados Imâmes conocen el momento y el lugar de su martirio debemos decir que:
A) Todos los seres humanos que un día nacen, un día morirán. Cada nacido un día se irá de este mundo. El Generoso Corán dice: “Todo ser saboreará la muerte”.[3] Entonces cualquier ser humano vivo un día se va del mundo, pero a excepción de un grupo especial de los santos Divinos nadie sabe el momento de su partida, y el momento de su muerte está oculto para ellos para que los seres humanos con este pensamiento de que en cada momento es posible que mueran, no realicen pecados o no demoren el arrepentimiento. Por otra parte la muerte más sublime ante Dios es el martirio. Dios a aquellos que son matados por Su causa no los considera muertos sino poseedores de vida que reciben un sustento ante Él.[4]
Los Inmaculados Imâmes (a.s.) que poseían también la ciencia de lo oculto, todos dejaron este mundo siendo martirizado. De cualquier manera habrá que considerar que el conocimiento de la persona no obstaculiza su muerte o su martirio, ni tampoco puede detener para siempre a la muerte.
B) Si lo predestinado por Dios se vuelve definitivo de ninguna forma puede cambiarse. Ahora lo predestinado Divino sea sobre la vida de los seres humanos o sobre la vida de las comunidades. Dios dice: “… cuando venza su plazo no podrán retrasarlo ni una hora ni tampoco adelantarlo”.[5]
C) Los Inmaculados Imâmes (a.s.) tenían también conocimiento de los asuntos ocultos en tal forma que mientras sabían que ese martirio no correspondía con lo predestinado por Dios Sublime y Su sabiduría, utilizaban cualquier medio para salvarse de la muerte.
En las narraciones se ha mencionado que el Imâm Hâdî (a.s.) para curar su enfermedad envió a una persona a Karbala para que suplicara por él. O el Imâm Kâdzim (a.s.) no probó el dátil envenenado que Hârûn Al-Rashîd le dio y dijo: “Todavía no ha llegado el tiempo”. O el Imâm Bâqir (a.s.) dijo: “Nosotros recitamos tal súplica para quitar lo maldito del Sultán”.[6]
Todo esto muestra que estas esencias sagradas hicieron lo imposible para proteger sus honorables vidas.
D) Un martirio así del cual el hombre está enterado de antemano, y para satisfacer a Dios y entregarse a Su orden y por respetar otros intereses más importantes, él mismo se dirije a su lugar de muerte, no es otra cosa para el ser humano más que elevación de su rango y jerarquía.
El hombre si llega a ocupar este rango de satisfacción de Dios, seguramente ha obtenido elevados rangos de humanidad. El Imâm Bâqir (a.s.) dijo: “Estas desgracias que ocurrieron a los Inmaculados Imâmes (a.s.) del pasado fue la predestinación definitiva de Dios y por la elección de los Imâmes (a.s.), ya que todo ellos tenían conocimiento de esto… y todo esto fue como consecuencia del rango y la generosidad que Dios decidió otorgarles”.[7] Evitar la mejor muerte, que es según el deseo definitivo de Dios, no tiene otro significado más que la falta de satisfacción de la decisión de Dios, que un asunto así no sólo es imposible e irrazonable, sino que una muerte así, es decir el martirio en el sendero de Dios, era el más grande deseo de ellos y cada uno contaba el momento y suplicaba para llegar a obtenerlo. Por ejemplo el Imâm Husaîn (a.s.) a pesar de que sabía de su martirio y del martirio de sus compañeros, pero al mismo tiempo lo acogió, puesto que el martirio de ese Imâm (a.s.) tenía efectos y bendiciones positivos y efectivos en el mundo islámico que provocaría revivir a la religión. Si hubiese huido de esta muerte, ¿en dónde podía haber sido martirizado que tuviese efectos y bendiciones como éstas?
Ahora considerando la introducción mencionada concluimos que en los casos en los que los Inmaculados Imâmes (a.s.) tenían conocimiento del predestino definitivo de Dios, era por el grado de entrega y satisfacción que tenían y estaban de acuerdo con ese acto, de lo contrario protegían fuertemente sus honorables vidas.
[1]– Kulaînî, Usûl Kâfî, t.1, cap. “ان الائمه اذا شا ؤوا ان یعلموا”, h.3; para más información recurrir a: Índice: El ser humano y el conocimiento de la ciencia oculta, preg.150 (página web, preg.1056).
[2]– Claro está el conocimiento de lo oculto en todo lugar no es muestra de perfección, sino que en ocasiones es una imperfección. Por ejemplo, la noche en que el Imâm ‘Alî (a.s.) durmió en el lecho del Profeta (s.a.w.) si este Imâm hubiese tenido conocimiento de que no se encontraba en peligro, no sería considerado para él una perfección; puesto que en ese caso cualquiera estaría dispuesto a dormir en el lecho del Profeta (s.a.w.). Aquí la perfección es desconocer lo oculto.
Garâ’atî, Exegesis Nûr, t.4, p.245.
[3]– Āle ‘Imrān 3:185.
[4]– Ídem 3:169.
[5]– Al-‘Arāf 7:34.
[6]– Muqarram, Maqtal Al-Husaîn, p.57.
[7]– Ídem, p.61.