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Respecto a la realidad de taîî al-ard (trasladarse por el mundo en un instante) se han dado diversas teorías que una de éstas es la teoría de “la inexistencia y la existencia” de Ibn ‘Arabî. Según esta teoría la persona, se “destruye” a sí misma en el lugar de origen (o donde se encuentra) y se “crea” en el lugar designado. Según otra teoría taîî al-ard es la transportación inmediata del cuerpo que se realiza a través del poder elevado espiritual de la persona.
De cualquier manera, cualquiera de estas dos teorías que aceptemos debemos decir que este asunto no es posible para todos y sólo se realiza para los santos Divinos (Awliâîe Ilâhî).
Respecto a la realidad de taîî al-ard, se han presentado diversas teorías por parte de los eruditos acerca de la explicación del significado y el análisis intelectual de éste. Una de éstas es la teoría de “la inexistencia y la existencia” presentada por Muhyi Al-Din ‘Arabî, teoría aceptada por algunos de los grandes sabios. Según esta teoría la persona se “destruye” a sí misma en el lugar de origen (o donde se encuentra) y se “crea” en el lugar deseado.
Lo principal de este significado es en base al movimiento en sustancia filosófico o el asunto de la renovación de un semejante místico. En base a la renovación de un semejante de todas las criaturas, tanto materiales como inmateriales, y en base al movimiento en sustancia sólo las criaturas materiales contrario a lo aparente que está fijo e inmóvil, cada instante se destruye y en el siguiente instante aparece con una nueva manifestación. Explicado de otra manera, las criaturas cada instante obtienen una nueva manifestación del Origen de la Existencia (Dios) y a través de ésta proveen su continuación y sobrevivencia en tal forma que si por un instante les es negada la manifestación de la existencia, y no les llegan estas ayudas constantes, todos quedarán en el estado de inexistencia.
Para clarificar el asunto, es conveniente poner atención en este ejemplo de la luminosidad aparentemente continua pero movible de la luz de la lámpara. En este ejemplo, la lámpara de luz se enciende cada instante a través de la nueva energía que recibe del origen principal, y si por un instante se cortase la luz y no le llegase nueva fuerza, la lámpara se apagará hundiéndose el lugar en una completa oscuridad. Explicado en una mejor forma, la lámpara cada instante y cada momento por la necesidad de la oscuridad de sí misma, y en ese y el siguiente instante se enciende al recibir nueva energía, y en esta forma la luminosidad aparentemente de ésta es constante y continúa. Pero ya que este apagamiento ocurre rápidamente, no lo sentimos, sino que consideramos a la luminosidad de la lámpara como una luminosidad fija.
Sucede igual con las existencias del universo. En cada instante se reducen a la nada y en el siguiente instante se presentan con una nueva manifestación, pero no lo sentimos puesto que esta aparición y aniquilación ocurre rápidamente, y a la existencia de los objetos la vemos como una existencia fija y constante.
Ahora la persona que tiene poder para taîî al-ard o trasladarse en un instante, en realidad separa el recipiente de su existencia del recipiente de su inexistencia, y se traslada en un instante al lugar deseado sin que en las demás existencias ocurra un cambio, ni tampoco cambien las normas de lugar y tiempo. Este ser humano en caso de que tampoco se trasladase en un instante, cada instante y cada momento estaría en estado de inexistencia y existencia. Cuando se traslada, también perece y existe, pero con la diferencia de que su recipiente de inexistencia es diferente a su recipiente de existencia. Antes en ese mismo lugar en donde perecía existía, pero ahora se trasladó de lugar, en el lugar de origen perece y en el lugar deseado existe.
Esta es la conclusión de un análisis que puede presentarse de taîî al-ard en base a la teoría de Ibn ‘Arabî.[1]
Según otra teoría taîî al-ard significa que la persona por el poder espiritual sublime y elevado, como consecuencia del ascetismo y la lucha en contra del deseo concupiscente se vuelve dueña de un alma poderosa, su cuerpo se purifica igual que su alma y la sigue. Así como para el alma es posible viajar por el sendero místico con una gran velocidad y dominio sobre la realidad del universo, el cuerpo también en todo el universo se traslada y se mueve a una gran velocidad.
El taîî al-ard que ocurre para los sanos Divinos es como consecuencia de la purificación de su alma y el ascetismo legal (el cualto), que como consecuencia de éste, el cuerpo se volverá semejante al alma. Por ello tal y como para el alma hay una fuerza, para el cuerpo también habrá esa misma fuerza.
El cuerpo terrenal por medio del amor (hacia Dios) se elevó a los cielos
La montaña bailó y se aligeró.[2]