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Los expertos en lingüística consideraron al vocablo ‘ibâdat (acto de devoción) como el último grado de humildad y sometimiento, y dijeron, puesto que el acto de devoción es un grado elevado de humildad, por ello no es digno a menos para aquel que posee el grado más sublime de la existencia, la perfección, y los más altos grados del beneficio y la gracia. Por ello el acto de devoción para otro fuera de Dios es asociación; puesto que ese no se realizó con sinceridad.
La devoción se resume en tres puntos:
Primero: que el siervo no se considere propietario de aquello con lo que Dios lo agració y le dio, por esta razón que los siervos no son dueños de nada, los bienes los consideran de Dios, y los gastan y emplean en lo que Dios ordenó.
Segundo: el siervo de Dios no delibera ni administra por sí mismo.
Tercero: todas las ocupaciones del siervo son exclusivas de aquello que Dios le ordenó, o de abstenerse de aquello que Le prohibió. Con esto tanto se evidencia la verdad de la devoción así como el sendero para obtenerla. La devoción es la llave del wilâîah (supremacía), y el nombre de “siervo” es el mejor de los nombres. El ser humano perfecto es ‘Abdul.lah (siervo de Dios) que se ofrece y se entrega a la Excelencia y a los Nombres Divinos.
Entonces el siervo de la Excelencia Divina es aquel que considera como su dulzura la obediencia y sumisión ante Dios, y su placer el amor hacia Dios. Pide a Dios que sacie sus necesidades, sólo revela sus secretos y sus problemas a Él, y sólo se resigna y tiene fe en Él.
Los expertos en lingüística consideraron al vocablo ‘ibâdat (acto de devoción) como el último grado de humildad y sometimiento, y dijeron, puesto que el acto de devoción es un grado elevado de humildad, por ello no es digno a menos para aquel que posee el grado más sublime de la existencia, la perfección, y los más altos grados del beneficio y la gracia. Por ello el acto de devoción para otro fuera de Dios es asociación; puesto que ese no se realizó con sinceridad.. [1]
La devoción se resume en tres niveles: Algunos adoran a Dios con la esperanza de ser recompensados en la otra vida, o por miedo al castigo;[2] que la mayoría de los creyentes corresponde a este grupo. Otros adoran a Dios para obtener el honor del servicio devocional a Él, y Dios los acepte como sus siervos. Y otros adoran a Dios por Su Majestuosidad, Su Gloria, amor hacia Él que éste es el grado más sublime del servicio devocional a Dios.[3]
Según lo dicho por el Imâm As-Sâdiq (a.s.): “El vocablo ‘abd (siervo de Dios) está compuesto por tres letras ‘a-b-d. “‘A” es una alusión de ‘ilm (la ciencia) y de la certeza del siervo respecto a Dios Sublime; “b” indica la separación y el alejamiento del siervo de todo excepto de Dios Todopoderoso. Y la letra “d” indica el acercamiento del siervo a Dios Sublime, sin ningún velo ni intermediario.[4]
El siervo de Dios “’abd” en toda la creación y la perfección, se considera en deuda con su Señor. Por ello se entrega a Él y esa misma indiferencia hacia sí mismo y hacia sus deseos, provocan que se convierta en la forma de la perfección del Señor, al grado en que, según lo dicho por el gran Mensajero del Islam (s.a.w.): “Entonces el siervo verdadero de la Excelencia Divina es aquel que considera como su dulzura la obediencia y sumisión ante Dios, y su placer el amor hacia Dios. Pide a Dios que sacie sus necesidades, sólo revela sus secretos y sus problemas a Él, y sólo se resigna y tiene fe en Él”.[5]
¿Qué significa devoción?
El Imâm As-Sâdiq (a.s.) dijo: “La verdad del servicio devocional a Dios y de la devoción son tres cosas: “Primero: que el siervo no se considere propietario de aquello con lo que Dios lo agració y le dio, por esta razón que los siervos no son dueños de nada, los bienes los consideran de Dios, y los gastan y emplean en lo que Dios ordenó. Segundo: el siervo de Dios no delibera ni administra por sí mismo. Tercero: todas las ocupaciones del siervo son exclusivas de aquello que Dios le ordenó o de abstenerse de aquello que Le prohibió”. Por lo tanto, si el siervo de Dios no considera de su propiedad aquello que Dios le dio, es sencillo para él ofrecer a los demás lo que tiene. Y puesto que el siervo de Dios encarga a su Providente la administración de sus asuntos, las desgracias y las dificultades del mundo se vuelven sencillas para él. Y cuando realiza todo aquello que Dios le ordenó y deja de realizar lo que le prohibió, entonces no encuentra la oportunidad para mostrarse y gloriarse ante la gente.
Y puesto que Dios considera a su siervo querido por estas tres cosas, se vuelve sencillo para él vivir en el mundo, enfrentar al demonio y a las criaturas. No busca lo mundano para acumular en demasía, gloriarse ante la gente, obtener estima y elevar su jerarquía, ni demanda aquello que ve en manos de otros en cuanto a jerarquía, gloria, puesto y riqueza, ni pasa sus días en vano ni inútilmente.[6]
La devoción es la llave del wilâîah[7], y el nombre de ‘abd (siervo) es el mejor nombre; por ello el gran Profeta del Islam (s.a.w.) es “’Abdul.lah”. En la noche de la ascensión pidió servicio devocional a Dios: “¡Oh, Dios! Permíteme servirte con devoción”.
De Abû Basîr se ha transmitido que el Imâm Al-Bâqir (a.s.) dijo: “Una de las súplicas de Amîr ul-Mu’minîn (a.s.) fue ésta: “¡Oh, Dios mío! Para mí es suficiente esta estima de ser Tu siervo, y sólo me basta este honor que Tú eres mí Providencia. ¡Oh, Dios mío! Tal y como a mi me complace que Tú seas mío, entonces hazme triunfar en aquello que Te agrada”.[8]
El ser humano perfecto es ‘Abdul.lah o siervo de Dios que se ofrece y se entrega a la Excelencia y a los Nombres Divinos.
Que bellas palabras dijo Jâÿÿah ‘Abdul.lah Ansârî: “¡Dios mío! Si una vez dices ‘mi siervo’, mi sonrisa traspasará el Empíreo’.”
En una narración inspirada dice: “¡Oh, mi siervo! Obedéceme para que te haga como (o parecido) a Mí. A todo lo que Yo digo ¡se!, ¡es! A lo que tu digas ¡se!, ¡será!”.[9] Por lo tanto tal y como dijo el Imâm As-Sâdiq (a.s.): “El servicio devocional y la devoción a Dios Sublime, es una autenticidad y realidad, que su interior y su verdad es el señorío”.[10] El alma del ser humano es pulida a través de la devoción y encuentra en sí misma la capacidad para reflejar los rayos de luz del mundo celestial. Mientras más pura y más pulida sea el alma, incrementa la transparencia y el reflejo de sí misma, y las luminosidades de Dios se muestran aun más al grado en que, la capacidad del califato en ella llega al grado de realizarse en forma absoluta, y se vuelve el califa de Dios en todo el Universo de la existencia, en todos los rangos y las manifestaciones de la vida en efecto. Debe saberse que esto no es Divinidad, sino que es califato y representación, que se manifiestan al igual que los efectos de la Divinidad. Es necesario mencionar que el califa de Dios no realiza actos Divinos, sino que Dios por medio de él realiza Sus actos y muestra Su manifestación a través del alma del califa, y muestra Sus nombres y Sus atributos. Por ello, el místico de Dios es un ejemplo absoluto de la belleza y de la gloria de Dios Eterno y Perpetuo, y en todos los grados de los milagros de los Profetas, de los prodigios de los Imâmes y de los santos Divinos en realidad es Dios el realizador sin límites y el gobernador absoluto, y el alma del walî o guardián de Dios se ha ofrecido a Dios y esta es esa misma jerarquía de devoción. Una jerarquía que se obtiene como resultado del obedecimiento a Dios Sublime.[11] El místico en esa jerarquía se encuentra a sí mismo como “el nombre de Dios”, y “el signo de Dios” y “el ofrecido a Dios” y a las demás criaturas las ve también así, y si fuese un walî perfecto se realizaría en el Nombre Absoluto y como un servidor devocional a Dios, y volviéndose un siervo verdadero de Dios. Puede ser que el significado de ‘abd (siervo) en la honorable aleya: «Glorificado sea Quien hizo viajar una noche a Su siervo»[12], sea el levantamiento de la ascensión espiritual de acercamiento al horizonte sagrado y a la reunión de la amistad, y sea como un servicio devocional a Dios y necesidad, y hacer a un lado el egoísmo y la independencia, y sea atestiguar la misión del Profeta después de haber atestiguar el servicio devocional del Profeta a Dios en la Atestiguación; puesto que el servicio devocional a Dios es el medio para llegar a la misión, y la oración es la ascensión del creyente, y la demostración de la ascensión de la profecía se inicia después de haber corrido el velo de “Bismil.lah” (en el nombre de Dios) –que es la verdad del servicio devocional a Dios– glorificado sea Aquel que hizo viajar una noche a su Profeta por medio de la ascensión del servicio devocional absoluto a Dios, y lo atrajo a través del servicio devocional hacia el horizonte de la Unicidad, y lo rescató del país de los ángeles y angelical, y del país de la soberanía y divinidad, e hizo llegar a los demás siervos que piden protección a esa protección de luz pura, por medio de uno de los nombres de Dios y para llegar a realizar en el nombre de Dios –que el interior de éste es el servicio devocional a Dios– la ascensión del acercamiento a Dios.[13]
El papel que juegan la intención y la sinceridad en el acto de devoción
La intención, entre la gente común, es el propósito del obedecimiento por ambición o por temor: «para invocar a su Señor con temor y esperanza»[14], y ante aquellos que tienen conocimiento de Dios, es con el propósito del obedecimiento del temor y el respeto: “Entonces realiza el acto de devoción para Dios como si lo estuvieses viendo, puesto que si tú no lo ves a Él, Él te ve a ti”. Y ante aquellos que sienten atracción y amistad, es con el propósito del obedecimiento por fervor y amor… Y ante los santos Divinos, es con el propósito del obedecimiento por subordinación y otros, después de observar la belleza del amado en forma independiente y esencial, y de ofrecerse a la Divinidad en forma esencial, atributiva y en el acto[15] siendo su sinceridad una de las condiciones importantes de la intención.
La sinceridad en el acto de devoción de la gente común, es la purificación de una asociación evidente y oculta, tal y como: la hipocresía, el engreimiento y el orgullo: «¿Acaso la adoración no debe ser para Dios únicamente?»[16] Y en el acto de devoción de los virtuosos, es una purificación de la mezcla de la avaricia y el temor que en su ideología es asociación. Y en el acto de devoción de los poseedores de corazón corresponde a purificarse de la mezcla del egoísmo y la existencia, que en la ideología de los místicos es el gran politeísmo y la gran incredulidad:
El ídolo madre, es el ídolo de vuestra alma concupiscente / porque ese ídolo es serpiente y esa un dragón.[17]
Y la sinceridad en el acto de devoción completo corresponde a purificarla de la mezcla de observar el servicio devocional a Dios y del acto de devoción, tal vez de observar el mundo existencial; al igual que el Imâm Jomeînî (que descanse en paz) dijo: “El alma saludable es aquella que se encuentra con Dios y en ese encuentro no haya nadie más que Dios”.[18]
Ser devoto de Él es mejor que ser sultán / que “soy el mejor” son palabras del Shaîtan,
Observa la diferencia entre estos dos y elige ¡oh, prisionero! (del alma en el cuerpo) / entre la devoción de Adán y la arrogancia de Iblis
Dijo, nos muestra el camino en este momento el Sol / aquel que quiera el Paraíso, aquel que quiera la abyección
Un buen lugar para su alma es la obscuridad de la abyección / el que merece ese lugar es falto de comprensión
Si por el egoísmo sales de la protección de Dios / muy pronto extraviarás el camino y te volverás un amotinador.”[19]
[1]– Imâm Jomeînî, Los secretos de la oración, t.2, p.190.
[2]– Nahyul Balâgah, dicho 237; Usûl Kâfî, t.2, p.84, h.5.
[3]– Dâmâdî Saîîed Muhammad, Interpretación a Maqâmât Arba’aîn, p.125.
[4]– Misbâh ul-Sharîîah, cap.100.
[5]– Shaîj Bahâîî Muhammad, Arba’în.
[6]– Maÿlisî, Bihar ul-Anwâr, t.1, p.224, h.17.
[7]– Al.lâmhah Tabâtabâî Muhammad Husaîn, Libro de exegesis Al-Mizân, t.1, p.277.
[8]– Bihar ul-Anwâr, t.74, p.402; Al-Hukm uz-Zuhirah, p.488, h.1352.
[9]– Shîrâzî Saîîed Hasan, Kalamatul.lah, p.140, no.154.
[10]– Muhammadî Ray Shahrî, Mizan ul-Hikmah, t.6, h.11317.
[11]– Husaînî Tehrânî Saîîed Muhammad Husaîn, Anwâr ul-Malakût, t.1, p.288.
[12]– Sagrado Corán 17:1.
[13]– Imâm Jomeînî, Los secretos de la oración, p.89.
[14]– Sagrado Corán 32:16.
[15]– Imâm Jomeînî, Los secretos de la oración, p.75 y 76.
[16]– Sagrado Corán 39:3.
[17]– Moulawî Ÿalâlid-Din Muhammad, Masnawî Ma’nawî, t.1, p.22.
[18]– Imâm Jomeînî, Los secretos de la oración, p.75.
[19]– Moulawî, Masnawî Ma’nawî, t.4.