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El ayuno es la práctica para limpiar y purificar el alma, y el sendero correcto para que el ser humano pueda dominar sobre su propia alma así como para luchar en contra de los deseos concupiscentes.
El ayuno en dos perspectiva individual y social, además de los resultados corporales, lleva consigo efectos y benéficos educativos y formativos, tales como: fortalecimiento de la tolerancia, creencia en la otra Vida, poder y control sobre los deseos, florecimiento del sentimiento de compasión con los indigentes, disminución de los diversos niveles sociales y otros.
El Imam Sâdiq (a.s.) presenta a uno de los efectos del ayuno de la siguiente manera: “El ayuno ha sido obligatorio para colocar igualdad entre el indigente y el acaudalado, y esto es para que el acaudalado pruebe el sabor del hambre, y otorgue al indigente su derecho. Para el acaudalado por lo general todo aquello que desea se encuentra listo. Dios quiere que entre sus siervos exista igualdad y dar a probar al acaudalado el sabor del hambre, de los dolores y los sufrimientos, para que se apiade de los débiles y hambrientos”.
El ayuno es la práctica para limpiar y purificar el alma, y el sendero correcto para que el ser humano pueda dominar sobre su propia alma así como para luchar en contra de los deseos concupiscentes. El ayuno es un factor efectivo en el sendero para realizar El mejor propósito y la mejor filosofía de la vida del ser humano, es decir perfección y acercamiento a Dios.
Dios Sublime al legislar el ayuno otorgó al ser humano una oportunidad adecuada en la mayoría de los días del año, en especial en el mes santo de Ramadán, para en el sendero de acercamiento a Dios hacer llegar sus capacidades que se encuentran en pasivo a activo, y así se acerque a su jerarquía de ser el vicario de Dios. Los efectos del ayuno, a pesar de los beneficios físicos, morales y sociales que tiene, van dirigidos en el sendero de la abstinencia, al igual que el Generoso Corán dice: “¡Oh, los que creéis! Se os ha ordenado que ayunéis, de la misma manera que fue ordenado a quienes os precedieron. Quizás así seáis temerosos de Dios”.[1]
Es digno de mencionar que el ayuno por sí mismo hace efecto en el cuerpo y el alma del ser humano, por ello el ayuno es uno de los favores multilaterales y de los ejemplos de la misericordia de Dios que incluye a todos, pudiendo toda la gente beneficiarse de éste. Pero si este acto de culto se realiza acompañado de especialidades espirituales, de atributos de perfección y de virtudes morales, sin duda el resultado del ayuno será mucho más efectivo en hacer que el alma del ser humano llegue a la perfección. Por ello el ayuno de una persona común es diferente con el de alguien que cruzó los diversos grados de abstinencia y perfección humana, y ha obtenido la moral Divina.
El ayuno en dos perspectiva individual y social, además de los resultados corporales, lleva consigo numerosos efectos y benéficos educativos y formativos. Aquí indicamos algunos de estos en forma resumida:
Efectos individuales del ayudo
1. Fortalecimiento de la resistencia y la paciencia: La paciencia es una de las virtudes morales y humanas que mucho se ha enfatizado en su obtención, puesto que el místico que se dirige hacia la cercanía de Dios contando con este bueno atributo es que puede enfrentar los altibajos, las dificultades, las desgracias y parecidos a estos y alcanzar su propósito.
Uno de los senderos para llegar a este poder espiritual y virtud humana, es el ayuno. En base a las narraciones que heredamos de los Inmaculados Imames (a.s.)[2], el vocablo «صبر» (paciencia) en la generosa aleya: «وَ اسْتَعينُوا بِالصَّبْرِ وَ الصَّلاةِ» –“Buscad ayuda en la paciencia (ayuno) y en la oración”[3], fue interpretado como “ayuno”.[4]
Y también el gran Profeta (s.a.w.) consideró el mes santo de Ramadán como el mes de la paciencia y tolerancia. El dijo: “¡Oh, gente! En verdad que os encontráis en el mes en el cual existe una noche superior a 1000 noches y ese es el mes de Ramadán, y Dios hizo obligatorio el ayunar en este mes… y este es el mes de la paciencia”.[5]
En realidad uno de los más importantes efectos del ayuno es este mismo efecto espiritual de la paciencia en el alma y el espíritu del ayunante, puesto que el ayuno al alistar las limitaciones temporales ante el hambre y la sed, así como ante otros asuntos, le otorga resistencia, tolerancia y poder para enfrentarse con los sucesos difíciles en los tiempos prolongados, y ya que controla los instintos rebeldes rocía al alma del ser humano de luz y alegría.[6]
2. Tranquilidad y regocijo: El ayuno, en especial el ayuno del mes santo de Ramadán, desde dos perspectivas otorga tranquilidad al ayunante manteniéndolo lejos de cualquier preocupación. Una porque hace llegar al ser humano al nivel de la paciencia, y hace que el ser humano paciente domine su alma concupiscente, siga lo que dicta su intelecto y se entregue a Dios. Alguien así poseerá un alma tranquila y segura, ya que la verdad y el significado de paciencia va acompañada de quietud y tranquilidad del alma, y en realidad el paciente es aquel que difícilmente se ve influido por los sucesos y las dificultades no lo mueven ni lo intranquilizan.[7]
Por otra parte el ayuno es una forma de recordar y adorar en forma práctica a Dios. Es evidente que el recuerdo y la adoración a Él provocan tranquilidad en las almas, tal y como el Generoso Corán dice: “…aquellos que creen (tienen fe) y tienen sus corazones (almas están) tranquilos (con el recuerdo de Dios).» ¿Acaso no es con el recuerdo de Dios como se tranquilizan los corazones?”.[8]
Además la tranquilidad que recibe el ayunante puede derivarse del placer que se beneficia al realizar las obligaciones del ayuno en especial al romperlo. Por ello el Imam Sâdiq (a.s.) dijo: “Para el ayunante existen dos alegrías, la alegría al romper el ayuno y otra alegría cuando se reúne con Dios Honorado y Glorificado”.[9]
Así también el Profeta (s.a.w.) en una de sus recomendaciones dijo al Imam ‘Alî (a.s.): “¡Oh, ‘Alî! El creyente en el mundo se alegra en tres momentos: cuando visita a sus hermanos, cuando rompe el ayuno el mes santo de Ramadán y cuando realiza la oración al final de la noche”.[10]
3. Creencia en la otra Vida: Otro de los efectos individuales del ayuno es que coloca al ser humano en el sendero de la creencia en la otra Vida, puesto que el ayunante a través del hambre y la sed que experimenta recuerda el hambre y la sed del día de la Resurrección y decide preparar los suministros y provisiones para ese día.
El gran Profeta (s.a.w.) en el sermón Sha’bânîîah dijo: “A través de vuestra hambre y sed (en el ayuno de Ramadán) recordad el hambre y la sed del día de la Resurrección”.[11] Así también en otra narración de este generoso encontramos: “El Paraíso tiene un puerta llamada ‘Raîîân” (sed saciada) que sólo los ayunantes atraviesan por esa puerta”.[12]
El difunto Sadûq en explicación de esta sura escribió: “La elección de este nombre para esta puerta del Paraíso fue porque el mayor sufrimiento del ayunante se encuentra en la sed. Cuando los ayunantes entran por esta puerta se sacian en tal forma que después de ello nunca más sentirán sed”.[13]
4. Poder para controlar las pasiones: Uno de los terrenos más importantes del alejamiento de la clemencia Divina y estar privado de los favores interminables de Dios, es verse atrapado en la trampa de los deseos del ama concupiscente y las pasiones, en especial en la pasión sexual. En las enseñanzas religiosas numerosas instrucciones fueron dichas para controlar, canalizar estas pasiones y regularizar los instintos, que una de estas formas es el ayuno. El ayuno es un ascetismo natural y razonable que en caso de que se repita en forma ordenada, fortalece gradualmente en el ser humano el poder de autocontrol de los pecados y lo hace dominar sobre sus deseos. Aquí es cuando el ayunante no pierde las riendas del control de sí mismo ante cualquier pecado, y alejándose de los pecados en el acercamiento a Dios Sublime no se ve afectado de debilidad. Tal y como el Generoso Corán indica este asunto a través de la frase: «لعلّکم تتّقون» “…quizás seáis temerosos”.[14]
El gran Profeta (s.a.w.) dijo: “¡Oh, jóvenes! Cada cual de vosotros que cuente con una situación adecuada para vivir, que contraiga matrimonio; puesto que el matrimonio es mejor para controlar los ojos de los cortejos y a las pasiones. Aquel que no cuente con una situación económica adecuada para matrimoniarse, ayune. Puesto que el ayuno para él decrece la pasión”.[15]
5. Factor del fortalecimiento de la devoción: El Imam ‘Alî (a.s.) cuando explica la filosofía del culto, respecto al ayuno dice así: “Dios Sublime hizo obligatorio el ayuno para examinar y probar la devoción”.[16]
La honorable Fatima Zahra (s.) a este respecto dijo: “Dios hizo obligatorio el ayuno para estabilizar la devoción”.[17]
Por lo tanto el ayuno es efectivo para crear, formar y desarrollar la devoción en el ser humano. Puesto que el ayuno considerando que es alejamiento y renunciación, es el único culto en secreto que mientras la persona misma no lo diga, nadie fuera de Dios se enterará.
Efectos sociales del ayuno
Algunos de los efectos sociales del ayuno corresponden a:
Uno. Florecimiento del sentimiento de compasión con los indigentes y disminución de los diversos niveles sociales: El ayuno despierta en el ser humano el sentimiento de compasión y solidaridad con el nivel indigente. El ayunante con el hambre y sed temporal que sufre, florece su afecto, comprende mejor la situación de los hambrientos e indigentes, abre en su vida un sendero que prohíbe pisotear el derecho de sus inferiores y no desatiende los dolores de los desprovistos. Aunque es posible que personas pudientes y adineradas, describiendo el estado de los hambrientos y desprovistos, se percaten de la situación de ellos, pero tiene mejor efecto si este asunto toma una perspectiva sensible y visual. En una narración famosa del Imam Sâdiq (a.s.) dijo que “Hishâm Ibn Hakam” preguntó respecto a la legalidad del ayuno. El Imam Sâdiq (a.s.) dijo: “El ayuno ha sido obligatorio para colocar igualdad entre el indigente y el acaudalado, y esto es para que el acaudalado pruebe el sabor del hambre, y otorgue al indigente su derecho. Para el acaudalado por lo general todo aquello que desea se encuentra listo. Dios quiere que entre sus siervos exista igualdad y dar a probar al acaudalado el sabor del hambre, de los dolores y los sufrimientos, para que se apiade de los débiles y hambrientos”.[18]
Dos. Buena relación: El ayuno prepara en el ser humano el campo de procesamiento de los asuntos espirituales, y es un factor para alejarlo de las irregularidades sociales colocándolo en el sendero de la abstinencia social y de la buena relación con sus prójimos. Claro está esta influencia se manifestará más en el mes santo de Ramadán en el cual todo tipo de gente se encuentra ayunando, y comprende programas especiales tales como la recomendación de dar alimentos a la hora de romper el ayuno y parecidos a este.
Tres. Creación de un ambiente espiritual en la sociedad y disminución de los daños sociales: El ayuno, crea el ánimo de la abstinencia y del autocontrol en el ser humano incrementando con el paso del tiempo y teniendo un efecto directo en la educación espiritual de cada uno de los integrantes de la sociedad, ya que la mayoría de los pecados individuales y sociales brotan de dos raíces la “cólera” y la “pasión”, y el ayuno impide la rebelión de estos dos instintos. Por ello provoca la disminución de la corrupción en la sociedad e incrementa la abstinencia.[19]
Es seguro que la sociedad en la cual la mayoría de su gente ayuna en especial el mes santo de Ramadán, contará con un ambiente espiritual especial, provocando la realización de la unanimidad, convergencia social y disminución de los daños culturales y sociales.
[1]– Al-Baqara [2:183].
[2]– Kulaînî Muhammad Ibn Îa’qub, Kafî, t.4, pp.63-64; Maÿlisî Muhammad Bâqir, Bihâr Al-Anwâr, t.93, p.254; Âmilî Sheîj Hurr, Wasâ’il Al-Shî’ah, t.10, p.408.
[3]– Al-Baqara [2:45 y 153].
[4]– Pero seguramente no es exclusivo del ayuno, sino que la mención de “ayuno” es un ejemplo evidente de esto, puesto que el ser humano bajo los rayos de este gran culto encuentra una voluntad poderosa y una fe estable, volviéndose segura la dominación de su intelecto sobre sus deseos. Makârim Shîrâzî Nâdir, Exegesis Nemunah, t.1, p.218; Husayni Hamidanî Sayyid Muhammad Husayn, Los rayos luminosos, t.1, p.144.
[5]– Kâfî, t.4, p.66.
[6]– Exegesis Nemunah, t.1, p.629.
[7]– La dama Isfahânî Sayyid Nusrat Amîn, Majzan Al-‘Irfân fi Tafsîr Qurân, t.1, p.306; Balâgî Sayyid ‘Abdu Al-Huÿÿat, Huÿÿat Al-Tafâsîr wa Bilâg Al-Aksîr, t.1, p.135.
[8]– Ar-Ra‘ad [13:28].
[9]– Sheij Sadûq, Min lâ-Îahdarâ Al-Faqîh, t.2, p.76.
[10]– Ídem, t.4, p.360.
[11]– Wasâ’il Al-Shî’ah, t.10, p.313.
[12]– Ídem, p.404; Shaîj Sadûq, Ma’ânî Al-Ajbâr, p.409.
[13]– Ma’ânî Al-Ajbâr, p.409.
[14]– Al-Baqara [2:183], “¡Oh, los que creéis! Se os ha ordenado que ayunéis, de la misma manera que fue ordenado a quienes os precedieron. Quizás así seáis temerosos de Dios”
[15]– Muhadiz Nûrî, Mustadrak Al-Wasâ’il, t.14, p.153.
[16]– Sayyid Ridâ, Nahÿul Balâgah, p.512.
[17]– Bihâr Al-Anwâr, t.93, p.368.
[18]– Min lâ-Îahdarâ Al-Faqîh, t.2, p.73.
[19]– Qarâ’atî Muhsin, Exegesis Nûr, t.1, p.281.